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CARTA
DE VERACRUZ O CRITERIOS PARA UNA POLÍTICA DE ACTUALIZACIÓN EN LOS CENTROS
HISTÓRICOS DE IBEROAMÉRICA (12-5-1992)
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1. Introducción
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Entendemos como Centro histórico un conjunto urbano de carácter
irrepetible en el que van marcando su huella los distintos momentos de la
vida de un pueblo, formando la base en que se asientan sus señas de identidad
y su memoria social.
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El valor irrenunciable de estas señas, lo convierten en un bien
patrimonial, su pérdida significa la ruptura del anclaje de la sociedad con
sus orígenes hipotecando su porvenir.
Es, por tanto, un bien que es obligatorio conservar y transmitir
al futuro, para que un pueblo sepa quién es, dónde está y a dónde va.
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2. Situación actual
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Hasta hace 50 años, Ciudad y Centro Histórico eran prácticamente
lo mismo. El desarrollismo de los años
60 y el mito del progreso nos han colocado en la actualidad frente a una
situación alarmante.
A las puertas del siglo XXI, Iberoamérica es un continente de
habitantes urbanos, en el que el 72% de la población vive concentrada en
ciudades, el despoblamiento creciente del campo ha traído como consecuencia
que más de 300 millones de habitantes ocupen escasamente, el 1% del
territorio.
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El inmenso cinturón de miseria que rodea las principales ciudades
es uno de los grandes fracasos del final del siglo y un auténtico revulsivo
al concepto tradicional de ciudad. En
esta situación y en la mayoría de los casos, los centros históricos, no
obstante su riqueza patrimonial ha pasado a convertirse en las áreas donde se
localizan el mayor número de edificios en ruina y una población con profundos
problemas sociales.
Ante esta realidad, la única forma viable de actuar sobre el
patrimonio es convertirlo en un instrumento socialmente útil y rentable,
entendiendo por rentable aquello que redunda en bien de la colectividad.
Hoy por hoy, puede detectarse que los organismos responsables de
la gestión de los bienes patrimoniales son instituciones relacionadas
exclusivamente con la cultural que en las actuales circunstancias socioeconómicas
de Iberoamérica, en la mayoría de los casos, son relevadas de los
presupuestos de los gobiernos ante el paso de otras prioridades sociales.
Esta realidad asocia patrimonio y cultura únicamente, ignorando el
concepto de patrimonio como capital social, desperdiciando su potencial como
elemento vivo al servicio de la comunidad.
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3. Deberes y Derechos
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Asumir que el centro histórico es un bien patrimonial y un capital
social significa que la comunidad tiene el derecho a utilizarlo y disfrutarlo
y el deber de conservarlo y transmitirlo. Un derecho que los ciudadanos tienen que
conocer y reivindicar.
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Los gobiernos y las instituciones de la sociedad han de responder
a este derecho y esta obligación, dando a los Centros Históricos la
importancia de una prioridad política de carácter socio-económico proyectada
hacia la colectividad.
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4. La actualización
política frente al Centro Histórico
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Asumida esta prioridad política es imprescindible que los centros
históricos estén legalmente amparados por un marco jurídico de rango
nacional.
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Ello supone reconocer los siguientes principios:
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1- El
Centro Histórico, que tiene sobre si el peso excepcional de su contenido
histórico, cultural y su papel simbólico de centro, tiene además los mismos
problemas que el resto del conjunto urbano.
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2- En la
responsabilidad de la recuperación de un Centro Histórico, por lo tanto no
sólo están implicados los organismos relacionados con la cultural sino todos
aquellos que enfocan su acción hacia la mejora de la calidad de vida de la
ciudad: empleo, vivienda, educación etc.
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3- Por
ello, la responsabilidad de la financiación de las acciones en el Centro
Histórico, corresponde a todos los organismos que actúan directa o
indirectamente sobre la ciudad. Y ello deberá reflejarse en sus presupuestos
anuales. Simultáneamente deberán crearse los mecanismos de apoyo y fomento a
la participación de la comunidad y de los agentes sociales y económicos
privados.
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5. Modelo de gestión
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La necesidad de coordinar y promover estas inversiones impone la
creación de un organismo de gestión interinstitucional, con las competencias delegadas
de cada una de ellas.
En combinación con cada Municipio, este organismo deberá
establecer, una oficina de gestión del Centro Histórico que:
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A) Elabore
el planeamiento necesario para dicho Centro dentro del marco del planeamiento
general de la ciudad y del territorio.
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B) Proponga
un plan de etapas con un presupuesto por anualidades, donde se establezcan
las prioridades de actuación conforme a las directrices del plan, y en el que
se asigna a cada organismo su inversión correspondiente.
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C) Vigile
y garantice el cumplimiento del plan y la correcta asignación y aplicación de
los recursos.
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D) Realice
el seguimiento y la evaluación periódica del plan de etapas.
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E) Informe
a la comunidad y promueva su participación.
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6. Conclusión
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El uso racional del Centro Histórico con la obtención de unas
dignas y adecuadas condiciones de habitabilidad, convivencia social y trabajo
no sólo es la única garantía para su supervivencia y transmisión al futuro,
sino prioritariamente la forma de obtener del patrimonio histórico un
beneficio tangible para la comunidad, convirtiéndose en un elemento económicamente
activo y socialmente positivo.
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En la Ciudad de México, a veintidós de Mayo de mil novecientos
noventa y dos.
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