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BATALLA DE SANTA ROSA
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Hist. Chester Urbina.
C.I.C.P.C. - M.C.J.
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El 20 de marzo de 1856 una vez que todo estaba listo el General José
Joaquín Mora mandó desembocar por el callejón a la tropa formada por
columnas. Los soldados nacionales al son
de las cornetas marcharon a la carrera, acudiendo cada cual al puesto
señalado.
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Los filibusteros no hicieron ni un tiro; aguardaban a los
costarricenses de cerca, con la esperanza de que su primera descarga los
derrotaría. Los nacionales dispararon
hasta hallarse a veinte varas del enemigo.
Rompieron entonces un fuego sostenido, que duro como tardaron los
costarricenses en llegar a las cercas.
Desde este instante, solo los filibusteros dispararon. Los soldados costarricenses saltaban a los
corrales, sin que el fuego de enemigo fuera suficiente para detenerlos. Allí murió el valiente oficial Manuel
Rojas.
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Una vez dentro no hubo ya esperanza para los extranjeros; el sable y
la bayoneta los hacían trizas y ellos, aterrados, fallaban en sus tiros
contra los costarricenses. Así fueron
rechazados hasta las casas donde se encerraron al tiempo que la gente del
Capitán Gutiérrez posesionado ya en lo alto del terreno de la hacienda los cercaba. En estos momentos pereció el Capitán Manuel
Quirós herido al saltar la cerca del patio.
Sus últimas palabras fueron dirigidas a sus compañeros de armas:
"Entren ustedes les dijo", y expiró.
También dio muestra de valentía en el asalto del patio el ayudante del
Coronel Salazar, Joaquín Ortiz, quien con su espada mató dos bandidos,
teniendo la suerte de quedar ileso.
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Por su parte la caballería, se formó en la loma del frente aguardando
el momento oportuno para atacar. Todo
esto pasó en cinco minutos. Luego el
Capitán Marín disparo sus cañones contra el costado derecho y frente de la
casa, abriendo brechas; pero esto solo sirvió para enfurecer más a los
filibusteros, que avivaron el fuego.
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Impaciente el Coronel Salazar, corrió exponiéndose a servir de blanco
al enemigo, para preguntarle al General Mora si, para librar de ser diezmada
su gente, podría poner fuego a la casa de un propietario costarricense. Inquieto al verlo venir, temiendo que
estuviese herido, Mora se adelantó a su encuentro, y le dio el permiso que
pidió; retorno a dar la orden a sus soldados, la recibieron dando gritos de
alegría. El arrojado capitán
Gutiérrez, olvidando la orden que tenía, entro a la casa, y adelantándose
hacia un establo atrincherado y armado de rifles, con pistola y sable en
mano, murió inoportunamente. La ira
que su muerte causo a los soldados fue tal, que nada basto a
contenerlos. La casa fue invadida por
todos lados, huyendo los filibusteros por la parte alta del terreno, y aunque
perseguidos y diezmados por todas partes, lograron muchos escaparse. La tropa de Moracia
se dispersase por la colina, a la izquierda del callejón, para aprisionar a
los fugitivos que por huían por la colina, a la izquierda del callejón.
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Desde el principio de esta acción militar, al ver a la tropa
costarricense apoderarse de los corrales, varios jefes filibusteros montaron
a caballo y huyeron sin poder alcanzarlos.
Al dispersarse el enemigo, la caballería de Moracia
se mostró lenta en perseguirle, a pesar de las órdenes del General Mora y de
los esfuerzos del Coronel Salazar.
Únicamente el capitán Estrada, seguido de sus pocos lanceros, los
persiguió, matando un sólo hombre. Los
extranjeros se salvaron debido a la inacción de la caballería, y lo cercano
de la espesura del monte.
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Ante el violento ataque costarricense,
los filibusteros huyeron por lo que dejaron abandonados dieciocho rifles, un fusil, cuatro cajas de parque, varias pistolas,
paradas, piezas de equipaje, etc. Esto explica por qué solo
se encontraron 26 cadáveres y porqué la batalla solo duró 14 minutos. Se tomaron
diecinueve prisioneros. Se sabe que entre los que
huyeron muchos iban heridos y debieron morir en la montaña, así que huyeron
unos 230 hombres. También fueron
fusilados unos 20 filibusteros, en Liberia.
Las pérdidas del ejército nacional
ascendieron a diecinueve: cuatro oficiales y quince soldados.
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