Consultas Inmuebles declarados patrimonio

  • Provincia:
  • Cantón:
  • Distrito:

 

 

 

 

Un misterio

 

Sra. Luisa Hernández Hernández

Limón, Limón.

 

Ese día, Jeimar había ido a visitar a miss Hortensia, como acostumbraba hacerlo todos los domingos después de ir al templo.  Para él era una visita impostergable, tanto porque le hacía falta ver a su abuela, como por comer el rice and beans con pescado más delicioso del mundo, como decía él.

 

Era el nieto más apegado a ella y para todos los que lo conocían, un buen muchacho.  Trabajaba como estibador en el muelle y vivía con su esposa y sus dos hijitos en barrio Limoncito.

 

Su principal preocupación era el bienestar de su familia.  Lo más irónico es que la desgracia le llego, precisamente en una época en que se veía más optimista.  Hasta le había dicho a su esposa que la situación económica iba a mejorar, que confiara en él, porque pronto iban a poder irse a vivir a un lugar que no se inundara en la época lluviosa.  Incluso, había comprado algunos muebles y una moto.

 

En la tarde decidió con Reychelle, ir a dar una vuelta al parque con los chiquillos.  Los grandes caminaron, como siempre, por el bulevar, mientras Junior iba en bicicleta y Sugeily en patines.

 

La pareja estuvo un buen rato disfrutando del aire fresco mientras los niños jugaban.  Ese día el parque y el tajamar eran un colorido jardín humano: familias chinas con sus chinitos, afrodescendientes con sus nenas perfectamente peinadas de muchísimas trencitas, llenas de adornos de colores, junto a los varoncitos rapados y los blancos, además de todas las combinaciones posibles entre los tres grupos étnicos.  El cielo estaba azul y el mar tranquilo.  El suave golpe de las olas se mezclaban con las risas de los niños y el canto de pericos y yigüirros que llegaban de las palmeras del parque.  Entonces llamaron a Jeimar de un automóvil, él se acercó y sonaron dos disparos...