|
|
|
|
Un acto de fe
|
|
Sr. Glenn Gibb Slowly
|
Limón, Limón.
|
|
¡Milagro!
|
|
Hace mucho pero mucho, pero muchísimo, en una región
montañosa de la vertiente Atlántica de Costa Rica, un dos de agosto, día de la
Virgen de los Ángeles, ocurrió que Martín y Mario aprovecharon el feriado
para ir a la finca de su padre. Eran
tiempos duros.
|
|
Abordaron el tren.
Llegaron aproximadamente a las cuatro y cuarenta de la mañana,
tuvieron que quedarse en la estación del ferrocarril pues no había amanecido
todavía.
|
|
Un señor al que apodaban Flaco empezó a narrar
historias de brujas, duendes y culebras.
Martín solamente lo escucha y no le daba ninguna risa, mientras que
Mario alumbraba con un foco hacia la montaña, pues para él era divertido.
|
|
Aquella mañana fresca, camino libre de vehículos, solo
el caballo se atrevía a caminar en el barro.
|
|
Flaco tenía mucha habilidad para exagerar y emitir
sonidos desagradables, sus pies y sus manos eran largos, cara horrible,
parecía un fenómeno viviente.
|
|
El sol había amanecido muy alegre calentando desde muy
temprano con su dulce tibieza.
|
|
El camino no disimulaba la alegría, pues se estaba
secando el barreal y se podía caminar regularmente. Llegaron a la casa de Mr. McKenzie. Era un
hombre ejemplo de generosidad, pobre.
Una vez prefirió comprar una montura para su caballo, antes de ponerse
sandalias.
|
|
Martín y Mario lo saludaron, oyeron su lamento mientras
masticaba un puro. Decía que el cacao
había bajado de precio la semana pasada y que era mucho trabajo lo que le
costaba sembrarlo, cuidarlo para luego regalarlo a los chinos.
|
|
Ya el cacao pronto va a partir de la zona Atlántica, la
plaga de la monilia lo va a acabar. No sé como voy a
sobrevivir con tanta familia, habrá que cambiar de producto.
|
|
El cacao está inscrito en la memoria histórica de
Puerto Limón. A Mario no le parecía la
idea, pues consideraba que esa acción es un antivalor. Le recomiendo cambiarlo por un valor
llamado justicia.
|
|
Martín y Mario buscaron los machetes y empezaron a
cortar el cacao. Lo amontonaron en un
lugar seco y limpio, para luego sacar el producto.
|
|
La mañana transcurría normalmente, pero de pronto Martín
fue herido por su hermano en su talón izquierdo, sangraba y sangraba.
|
|
En la cara de su hermano se dibujaba la angustia porque
lo conmovía verlo sangrar. Mario
lloraba y lloraba. Estaba temeroso,
intranquilo. Mario sostuvo a su
hermano para que caminara en puntillas.
A Dios gracias, la distancia no era muy larga y llegaron a la casa de
Mr. MacKenzie.
|
|
Él oró mentalmente a la virgen de los Ángeles para que
detuviera la sangre de la herida.
|
|
Mr. McKenzie, ni lerdo ni
perezoso, los montó en el caballo y los llevó donde su madre. Ella calló su angustia, no sabía cómo
hablar. Tomó a su hijo en sus brazos,
abordó un taxi y lo llevó a un hospital.
Los doctores pusieron a Mario en una sala iluminada. Les preguntaron cómo se llamaba y donde había
ocurrido.
|
|
Él se estaba durmiendo y una enfermera rubia lo
pellizcaba a cada rato para que no se durmiera, ya que decían que era
malo. Él meditaba sobre su infortunio,
su padre le compró un zapato plástico para ir a la escuela, para que no se
lastimara la herida.
|
|
Perdió unos días de clase, pero Uriel, Francisco y
Alonso le facilitaron la materia vista.
|
|
El cacao recogido nunca se pudo vender. La madre no quiso que volvieran a la finca.
|
|
¡Milagro!
|
|