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El camino

 

Sra. Dalia Fuentes Aguilar

Matina, Limón.

 

 

 

Voy bajando y subiendo, rodeado de verde e imponente selva, cruzando quebradas y me elevo serpenteando hasta perderme tras los cerros.

 

Me visto de gris y añil con encajes de helechos y manos de tigre y tachonado de florecillas silvestres, rojas, amarillas, azules, moradas, lilas, púrpuras y sol húmedo y resbaloso.

 

En el verano al igual que en el invierno siempre es lo mismo, la humedad no cambia.  Las numerosas nacientes de agua hacen de mí un lodazal interminable.

 

Los pies descalzos de los niños que van para la escuela se hunde hasta perderse en la profundidad del lodo quedando en el exterior de la rodilla para arriba, y en una constante lucha por despegarse, agotados llegan a su destino.

 

El día, transcurre perfumado de ilan, flores de guabilla, mi perfume, es el perfume de la selva pero también de lo que van dejando los caballos cargados de yute que resoplan al querer despegarse del lodo.  Sus dueños van tras ellos en silencio, un silencio de siglos, el tiempo no ha logrado que el temor y la desconfianza al hombre blanco se disipe.

 

Cuando alguno se les cruza en el camino, ellos solo bajan la cabeza y siguen adelante, sin preguntarle que hace en sus tierras.

 

He estado aquí en estas montañas, desde que estas tierras fueron dadas en concesión, en pago al ferrocarril.  Ojos lujuriosos impregnados de avaricia pusieron su mirada en las selvas vírgenes.  Había demasiada madera que explotar y demasiada tierra.

 

Yo me fui formando con el paso de las botas.  Uno tras otro entraba más y más hasta perderme tras los cerros.

 

Después entraban con bueyes y ponían polines donde el terreno era demasiado suave y no se podía transitar, me interne en las profundidades de la montaña, allá donde el frio hace esconder las manos en la bolsa del pantalón.

 

Años más tarde me llene de gloria y de bullicio.  Fue cuando RECOPE buscaba carbón mineral en estas tierras y también, cuando eso, la madera seguía siendo explotada igual que ahora, que pasan trailers cargados de tucas a altas horas de la noche, no me explico por qué.

 

Sobre mi pasaron en aquel entonces grandes tucas de cacha, cedro amargo, laurel.  Los bueyes caían y se volvían a levantar para volver a caer más adelante, arrastrando los cadáveres de viejos arboles que estuvieron ahí por tantos años que ni recuerdo cuantos, solo sé que vi caer sus semillas y vi como brotaron y crecieron en ellos orquídeas y todas clase de parasitas que crecían en sus ramas y se llenaban de flores y las aves hacían sus nidos en ellos y las ardillas y otros animales hacían ahí sus refugios.  No crean que fue agradable para mi verlos caer para ser luego arrastrados por los bueyes, pero... he visto otras cosas peores, como a jovencitas o niñas corriendo silenciosas, cayéndose y levantándose aterrorizadas hasta ser alcanzadas por los machos blancos, lujuriosos y mezquinos desenfrenando sus pasiones malsanas y sucias para después abandonarlas en la solitaria selva en medio del silencio hipócrita que calla.  También he visto levantarse el humo de los ranchos que fueron quemados cuando esto no era reserva, porque alguien escrituro el terreno a su nombre.

 

Ser un camino no es tan difícil y no deja de ser interesante.  Las pasiones del hombre se arrastran por nuestro lodo con tal de conseguir poder y dinero.  Las pisadas de muchos políticos han quedado grabadas en mi, buscando los votos de los empadronados en la comunidad vecina.  Los he escuchado haciendo promesas con lagrimas en los ojos, asegurando que cuando ellos lleguen al poder ya no tendrían que preocuparse, porque podrían sacar sus productos y que podría entrar la ambulancia, porque les arreglarían el camino y ya no tendría lodo porque se los rellenarían de piedras de rio, pero... el camino no les creía.  El ya había escuchado eso muchas veces y... en la boca de muchos por muchos años, pero... los indígenas eran nuevamente engañados.

 

Hay tardes alegres, llenas de bullicio de pájaros, de ranas y chicharras y hay tardes coloreadas por el naranja brillante del sol que se oculta tras los arboles de aquel cerro y también hay tardes donde resuenen las palabras de conversaciones llenas de esperanza y determinación.

 

__Román, hay que hacer algo por arreglar ese camino.  No podemos seguir así.  Vienen muchos niños a la escuela y ya el otro año van unos para el colegio y además el gente que sale con yute y banano necesita mejor camino.

 

__Si Macario—contesto Román—la Asociación va a meter un tractor para abrir y limpiar el camino, que la trocha quede más cerca de los que viven en la montaña, porque también uno de los problemas más serios han sido el de los picados de culebra y los partos difíciles o los heridos.

 

__Creo que debemos llevar una carta a la Municipalidad y también pedir ayuda a otras instituciones, pero el camino hay que arreglarlo—dijo Rafa Pino—

 

__Desde luego—dijo Chino—llevando cartas es más fácil que nos ayuden.

 

Y el tiempo transcurrió... y ahí estaba yo siempre esperando... convertido siempre en un lodazal batido y cenagoso que hasta a mi mismo me daba vergüenza.

 

Muchas fueron las veces que salieron aquellos hombres, resonando sus botas de hule al pasar.  Iban en busca del alcalde pero nunca lo encontraban.  Andaba en diligencias más importantes que hacer un camino en la montaña.

 

Por suerte cuando los aguaceros arreciaron llegaron también las Distritales.  Como vi desfilar políticos.

 

Un despliegue de personas preocupadísimas por el desarrollo del cantón.

 

Los escuche hablar muy mal de los compañeros y de las "sinverguenzadas" de los que estaban en el poder.

 

Todos prometían que serian diferentes a ellos... pero yo he oído todo tipo de promesas... y son muy pocas las que se cumplieron, pero... de los políticos no he visto ninguna promesa cumplida, a no ser a sus intereses.

 

En una de esas visitas llego la Delegada Presidencial apoyando a uno de los candidatos aunque con disimulo y prometió que a la semana siguiente llegaría el presidente ejecutivo de JAPDEVA que el ayudaría para cubrirme totalmente de material de rio, que había en abundancia y sin medida en el Chirripó.

 

Aquella promesa si fue cumplida.

 

Claro, ya se acercaban las elecciones del candidato a alcalde y... "las comunidades necesitaban mucha ayuda y al mejor candidato y para eso estaban ellos".

 

El señor presidente ejecutivo llego con todo su sequito y recibí las pisadas de zapatos finos.  Bueno, aunque igual se llenaban de lodo.

 

No pude evitar soltar una risa que por supuesto nadie escucho, cuando una de esas damas que caminan con las manos en el aire y con el dedo meñique estirado, dejo sus zapatos de tacón pegados en el lodo y le toco que irse descalza.

 

Ahora me levanto orgulloso serpenteando entre los cerros cubierto por la sombra de los frondosos árboles y totalmente tachonado de gris, cubierto por piedras del río Chirripó.

 

Soy más ancho.

 

Los caballos caminan cadenciosos bajo la carga de yute.

 

Los carros pasan pitando frente a los ranchos de chonta que están a mi orilla.  Cinco o seis polacos parquean sus carros frente al salón comunal extendiendo su mercadería... y en las noches de fiesta, el ruido de una disco móvil resuena en medio de la selva, mientras las latas de cerveza se mezclan con las pichingas de chicha.

 

Las jóvenes transitan vestidas de mezclilla y tenis y los jóvenes, mientras trabajan en el yucal, escuchan un MP3 que andan en la bolsa de la camisa y se escuchan conversaciones en una lengua muy diferente.

 

__Que mii diiice deemeeentee.

 

__Qui es el vara loco.

 

Hoy todo se ha vuelto fiesta.  Pronto tendré más cosas que contar.