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El jardín de la bruja
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Sra. Haydeé Araya Araya.
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Sr. José
Francisco Robles Vargas.
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Nuna y Chato.
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Tarrazú.
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La Bruja Zarate, ha sido y
seguirá siendo una de las leyendas mas conocidas del pueblo
costarricense. Su supuesto lugar de
residencia, Aserrí, la ha inmortalizado y sus historias traspasan la frontera
de lo creíble.
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Pero quizá, muchos de los
que, nos gusta escuchar sobre nuestras atractivas leyendas, no conocemos el
porqué, allá por el año de 1949, salió una expedición de aserriceños;
a Buscar "El jardín de la Bruja".
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Dicen los entendidos en el
zaratismo o sea los Brujo-zaratólogos,
que algo que caracterizaba a la Bruja o la caracteriza -de seguir existiendo-
es que mantenía su residencia, sumamente ordenada y con algo peculiar: llena
de flores de gran Belleza, forma, color y algunas de ellas con delicioso
aroma.
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Los que la visitaban o los
que llegaban de manera furtiva, aprovechando que ella no estaba por ahí
ocasionalmente, comenzaron a preguntarse y repreguntarse, de dónde conseguía,
esa dama, tanta especie de flores tan bonitas, de variedades tan singulares y
aromas imposibles de encontrar, en otra parte del país. Pero lo que más intrigó a los que pudieron
disfrutar de la Belleza de aquel espectáculo, fue ver que aquellas flores
eran utilizadas por la Bruja, para preparar sus pócimas, Bebedizos, amuletos
de amor, etcétera.
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La respuesta a todas las
interrogantes, soto tenía dos lados: primero: ¿La Bruja, fabricaba las
flores? ¡Jamás! Las Brujas no son capaces de eso, por las
razones conocidas.
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La otra y la más lógica...
tenía jardín.
Sabe Dios donde, pero tenía un jardín.
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Cono en Costa Rica,
siempre hay tiempo para todo, fueron muchos los ofrecidos para que en forma
alterna, observar a la Bruja, las veinticuatro horas del día, a fin de dar
por sentado, el porqué de las flores. Suponiendo
que los días del mundo brujístico, sean también; de
veinticuatro horas. Pero no hubo,
forma de saberlo.
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La historia y la rutina de
la Bruja, con sus flores, siguió adelante.
Repentinamente aparecía la amiga de los sustos, con unas flores
bellísimas, ubicadas en los puntos estratégicos; de su casa.
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Fue tal la actitud de los aserriceños, que la vigilancia, la curiosidad y la
cantidad de tiempo dedicado a la investigación, los fue volviendo... de
habitantes tranquilos, serviciales, hospitalarios y cuanta cosa buena hay; a
personas envidiosas y codiciosas.
¿Cómo era posible, que una sola persona tuviese tantos atributos? Se preguntaban. Llegaron al colmo de la desesperación, que
en porcentaje muy alto, pensaron en pedirte a la dama (así se presentaron los
envidiosos, como decimos los ticos, "pasándole la brocha") a que por favor,
les enseñase unas lecciones de su arte.
Especulamos, que talvez no querían ser brujos, sino tener las flores
de la bruja y encontrar una fórmula mágica; para hacer plata.
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Mas la dama del misterio,
sospechó que aquellos pocos envidiosos, solo pretendían descubrir el
maravilloso secreto, del mundo de las flores, flores, que tantos corazones
han enternecido y que tantos enamorados han deshojado o despetalado,
así en un costarriqueñismo espontáneo.
Respuesta a priori: no aceptó ni pistinglis.
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Ahora si estaban en graves
problemas. Los pobladores de Aserrí,
se quedaban con el caso; en el misterio.
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Nada, no había que aflojar
y se comenzó a llamar voluntarios, que por cierto, sobraron. El fin, ir a
perseguir a la bruja, como quien "sigue una gallina cuando pone en el
monte". Razón: encontrar el jardín de
la bruja.
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El nuevo plan llamado para
ese entonces "Seguimiento al pie de la letra sobre la bruja Zarate"
S.P.D.L.L.S.L.B.Z, por sus siglas en tiquiciano. Resultó fallido.
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Como es bien sabido, los aserriceños, son gente de armas tomar y para atrás no
echan, ni siquiera Bailando pasodoble.
Se reunieron los interesados, a idear un nuevo plan.
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El resudado de las deliberaciones, fue
rápido (porque esta gente no es de mentalidad diputadil,
que después de deliberar por diez años, en la asamblea, mandan al carajo
-rectificamos- a los archivos, proyectos importantísimos y anteproyectos
supercostosos, que de aprobarse a tiempo; otra Tiquicia tendríamos).
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Proyecto por aprobación
unánime: "Expedición a buscar el supuesto jardín de la Bruja".
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El estudio preliminar, después
de robar de la casa de la Bruja, unas cuantas flores y pétalos (caídos quizá
por la pereza que provoca la espera) había dado como resultado, que las
flores, por su forma, olor y color, no podrían ser flores de bajura (así las
calificaban los entendidos en la materia) por tanto después de comprobar que
Aserrí y el valle central, no producían esas especies, pusieron nuevamente
mano a la obra y comenzaron a buscar en los pueblos cercanos, primero y luego
se fueron alejando, hasta llegar a comprobar que las flores utilizadas por la
Bruja, eran de zonas altas del país.
Por supuesto que la Bruja estaba enterada que la seguirían. Por algo era Bruja.
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Un día salió haciéndose la
desentendida, sabía que detrás de ella, iban unos cuantos hombres, llenos de
avaricia, pensando encontrar su maravilloso jardín, robar sus flores y
obligarla a hacer un hechizo para hacerlos ricos.
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La Brujita del tema, se
las sabía de todas, todas y entonces, pensó: "Voy a divertirme con esos inocentones
vecinos". Así, les fue dejando pistas en la dirección opuesta al jardín,
logrando alejarlos de la verdadera ruta.
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Cuentan que muchos hombres
no regresaron nunca a casa. Otros
llegaban maltrechos, totalmente desilusionados y mayor sorpresa se llevaban, cuando comprobaban que la bruja había llegado a
casa, días antes de que ellos se apareciesen en el pueblo.
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Pasado algún tiempo,
comenzaron a observar que muchas de las señales que la Bruja, les dejaba en
las primeras direcciones, aparecían por casualidad, camino a lo que hoy es;
la Zona de Los Santos.
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Los ojos de los
investigadores volvieron a tomar brillo, ahora sí, estaban ante una buena
pista, sospecharon que esas flores, Zarate las traía, nada menos que del Cerro
de la Muerte.
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Lo que no tuvieron en
cuenta, era que el cerro en mención, cubre un área de casi 300 mil hectáreas
de Bosque. Pero que carajos, ni lerdos
ni perezosos, se reorganizaron y un poco adoloridos, maltrechos, flacos y como
que sí y como que no, en su ánimo, echaron para adelante y a la Zona de Los
Santos; vinieron a escorar.
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Casimiro que casi siempre
fue el líder o al menos el encargado de terapiar,
cuando el desanimo, atacaba en porcentajes altos,
enlamó:
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"A la puñeta. Lo malo de todo, es que esta puta zona es
muy quebrada, de caminos malos y muy complicada".
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Solo eso nos faltaba, que
Casimiro, se aflojara- se dejó escuchar de uno de los compañeros. No pasó a más, ya que cuando estaban en
este asunto de repente se vieron rodeados de una inmensa cantidad de flores
de los más increíbles colores y formas que ellos ni siquiera se imaginaban
que pudieran existir. Por instantes,
se vieron envueltos de los deliciosos aromas, desconocidos, pero
embriagadores, por la delicia con que era percibidos
por todos. No se sabía si olía a rosas
criollas, a camelias, a reinas de la noche, a clavellinas, a bouquet de
novia... pero aquello era algo extraño y embrujador. Al mismo tiempo se dejaron ver bandadas de
mariposas, con los colores más hermosos que la naturaleza haya podido
mostrar. Pasaron luciendo su forma y
belleza ante los ojos llenos de miedo de Casimiro y sus compañeros, siendo
este un espectáculo, jamás apreciado por el ojo humano y que ni el ser más
indiferente de este mundo; podría borrar de su memoria.
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Sorprendidos vieron como
se dirigían a un lugar especifico dentro de la
montaña, atraídas seguramente por aquel desconocido perfume y el resplandor
multicolor que increíblemente también ellos pudieron apreciar mas no
explicar. Solo instantes duró la
hermosa visión, pero si, el tiempo suficiente para que aquello nunca se
borrara de los recuerdos de Casimiro y sus compañeros, que vieron lo
necesario para probar que el jardín existe; más todo aquello se esfumó como
por arte de hechicería y se vieron nuevamente en medio de árboles inmensos,
luciendo orgullosos sus barbas centenarias, bejucos fuertísimos, que de vez
en cuando les impedían el paso y enormes matas de "sombrilla de pobre" que,
algunas veces les sirvieron de refugio; ante la inclemencia del clima.
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Caminaron y Buscaron por
días el famoso jardín, que los sacaría de pobres pero solo caminaron en
círculo, dentro de aquel lugar que se había vuelto una trampa, y que por consiguiente
había convertido a ellos en la burla de la Doñita.
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Cansados, y derrotados
volvieron a sus hogares, más pobres que antes, pero convencidos que el Jardín
existe en algún lugar en lo mas profundo de la montaña de Los Santos y que
quien lo encuentre "saldrá de pobre de un solo porrazo.
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Cuentan los lugareños que,
en ciertas épocas del año, cuando los vientos soplan en dirección a la
Chonta, se percibe en el aire un aroma especial e inconfundible: Huele a una
mezcla rara de todas las flores habidas y por haber y se escucha el zumbido
de miles de mariposas, que van en busca de la mielcilla, que emana de las
hermosas flores que hasta el día de hoy se encarga de cuidar primorosa y
celosamente la bruja.
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Por las leyendas que conservan
los lugareños, se suponen dos situaciones concluyentes: Una: que los
expedicionarios sufrieron "una visión" propia de las cosas encantadas,
pasajera y sin ubicación por un período de tiempo muy corto y la otra que no
encontraron el jardín, porque la mayoría de las flores de esa área, se
encuentran mayormente en pueblo llamado El Cedral. Aunque se sigue creyendo, que el jardín de
la bruja está ubicado entre La Chonta y lo que hoy se conoce con el nombre de
Jardín de Dota.
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Esta obra pertenece a los
autores, protegidos por los seudónimos:
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Nuna y Chato.
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Los Santos, 25 de
setiembre del 2004.
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