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Sucesos de nuestro
pueblo
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Autor: José Ángel Vargas Murillo (Nenén)
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Tradiciones De Mi Pueblo
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LAS TRADICIONES, como muchas otras cosas, se han creado
en todo los pueblos, por razones que impone la misma naturaleza del ser
humano. Por lo tanto, que él haya querido salir de la rutina diaria,
inventando quehaceres y pasatiempos, o copiando los de otros. Todos, con un
fin; el esparcimiento y la diversión.
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De ahí, que muchos pueblos y lugares, por sus turnos
patronales, ferias escolares, fiestas cívicas, matrimonios, cumpleaños,
rezos, etc, etc, donde se
han hecho famosos y más por aquellas cosas que se convirtieron en tradición.
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Nuestro pueblo no pudo escapar a muchas de estas cosas;
porque a igual que los demás: pudo soñar, aprendió a rezar y también aprendió
a reír.
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En este libro "TRADICIONES DE MI PUEBLO", en versos y
muy picarescos, dejo patente lo
de nuestra tradición, "La Feria de Lombardía", tradición narrada ya parte de
nuestra historia.
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La Hacienda Lombardía
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Tomando en cuenta que en ésta narración de tradiciones,
aparece una que habla de Lombardía, voy a comentar algo sobre éste nombre y
éste lugar.
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RESEÑA HISTÓRICA: Lombardía, es un lugar de Tilarán,
que sólo dista a tres kilómetros del centro de población, dicho nombre viene
de un lugar del norte de Italia que está en la región de Piemonte.
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En éste lugar de nuestro cantón, a principios de siglo
fue fundada la HACIENDA LOMBARDÍA, la que estuvo administrada por mucho
tiempo por individuos italianos. Estos, pusieron muchos nombres de Italia en
nuestra hacienda y también trajeron muchos animales y cosas de su patria.
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La hacienda en un principio, abarcaba más de cinco mil
hectáreas de terreno, comenzando en el cantón de Cañas, en la finca La
Albania y llegaba hasta la finca El Silencio.
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En ésta hacienda Lombardía, se explotaron y exportaron
gran cantidad de cosas: Leche de níspero para chicles, maderas finas, café,
leche de hule criollo y extranjero lo mismo que la ganadería y otros
productos agrícolas. En el año 1950 se inició la industria azucarera al
montarse un pequeño ingenio que finalizó en el año 1968, produciendo en sus
albores marquetas de dulce para la Fábrica Nacional de Licores.
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En la Hacienda Lombardía, fue el lugar de Tilarán donde
se promovió el mayor centro de desarrollo económico del cantón, permaneciendo
sin variar por muchos años.
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Pero nuestra famosa hacienda, al igual que muchas otras
grandes haciendas, se fue desmembrando poco a poco y así, después de haber
pasado lo que llamábamos SAN RAFAEL (Hoy Hacienda Mandela) a manos del
italiano don Pietro Di Gallo Di Roccagiovini; el
resto hoy forma parte de fincas y parcelas de pequeños agricultores y
ganaderos del lugar.
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Hoy Lombardía permanece, pero aquella hacienda no
existe, sólo quedan los recuerdos en las mentes de muchas familias y
trabajadores que echaron raíces en ese bello lugar, donde también tejieron
muchas esperanzas e ilusiones.
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Actualmente existe un asentamiento de parceleros
llamado Monseñor Héctor Morera Vega.
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La Feria de Lombardía.
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Introducción.
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Lo que a continuación se narra, fue el resultado de
todo lo que sucedió en la última feria escolar celebrada por los vecinos, el
personal docente y el patronato escolar de Lombardía, el día 13 de febrero de
1968.
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La mayor parte de personas y cosas aquí mencionadas,
fueron reales; aunque también aparecen cosas ficticias para adorno y
complemento de la narración.
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Hoy al hacer pública ésta narración, mucho me agrada el
saber, que no hay un solo vecino y vecina de éste cantón con sus cuarenta
años cumplidos, que no recuerde con nostalgia la desaparición de aquel lugar
como pueblo y sus cosas especiales; porque en él, siendo niños grandemente
disfrutaron.
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La Feria de Lombardía
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De la feria de Lombardía
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Algo les voy a
contar
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Poco o mucho van
a gozar
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Hoy, mañana o
cualquier día.
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Para realizar la
fiesta
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Se hicieron
muchas reuniones
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Mas habiendo unas
razones
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Hubo que
postergar ésta.
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La fecha ya
estaba puesta
|
Y comisiones
designadas
|
Todas bien
organizadas
|
Para celebrar la
fiesta.
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Pero siempre así
sucede
|
Que hay peces
grandes y chicos
|
Y pudiendo más
los ricos
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Que el pobre
atrás se quede.
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En Tilarán hacen
reunión
|
La Junta y el Patronato
|
Y acuerdan de
inmediato
|
Poner la cosa en
acción.
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Anunciando fecha
y día
|
Igual que estaba
anunciado
|
Por este lugar
preciado
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Que es mi lindo
Lombardía.
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|
Viendo así lo
sucedido
|
Nos reunimos otra
vez
|
Y acordamos para
después
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Lo que hasta aquí
fue perdido.
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Insistióse en el asunto
|
Se acordó para
después,
|
Mas sigue la
tirantez
|
De ellos todos y
en conjunto.
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Tres días no les
bastaron
|
Para explotar a
la gente
|
Y sucedió que de
repente
|
Dos días más
festejaron.
|
Todos los días
jugaron
|
Lindos novillos
de raza
|
Y fue así como la
plaza
|
Bastante mal la
dejaron.
|
|
Por la forma tan
brutal
|
como la plaza
quedó
|
muchos clavos le
acarreó
|
al cuerpo
municipal.
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|
Dejo aquí a mis
señorones
|
Para relatar lo
nuestro
|
Y si algo les
dije cierto
|
Les pido miles
perdones.
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|
Ahora si, mis señores
|
Creo que ya no
hay más atrasos
|
Y a anunciarles
con bombazos
|
La feria de
nuestros lares.
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|
Ya que en todos
los lugares
|
Como siempre se
acostumbra
|
Que el cielo
hasta que retumba
|
Con bombas
triples y pares.
|
|
Con bombas de
donde Araya
|
El que se llama
Juvenal
|
Dicen que no se
oyen mal
|
Si de ellas
ninguna falla.
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|
Allá en la Loma
parados
|
Reventamos tres
bombazos
|
Señores, damas y
mozos
|
Quedan todos
invitados.
|
|
De muchas partes
vinieron
|
Viejas, viejos,
chicas, chicos
|
Tiesos, bolos,
pobres, ricos
|
Y ellos todos
algo hicieron.
|
|
Mas cuando pasó
la feria
|
Mucho quedó por
contar
|
Que aquí voy a
relatar
|
De gratis, les va
de feria.
|
|
Voy de los de
aquí a decir
|
Con la cocina a
empezar
|
Que quien iba a
cooperar
|
No lo hizo por
dormir.
|
|
La jefe de la
cocina
|
Un clavo se iba a
sacar
|
Y lo que puso a
cocinar
|
Cayó mal a una
vecina.
|
|
Todos los que
cooperaron
|
Pensaban solo en
comer
|
Y todavía hasta
ayer
|
Muchos sobros se
llevaron.
|
|
Los chicharrones
que hicieron
|
No los dejaban
estar
|
Y estando sin
cocinar
|
Gran cantidad se
comieron.
|
|
De tantos que así
salieron
|
Para pronto
devorar
|
Que al pobre don
Baltasar
|
Varios pringuetes le dieron.
|
|
El guarda de la
cocina
|
Que era el señor
don Ramón
|
Nadie le ponía atención
|
Por estar en una
esquina.
|
|
La cosa muy mal
andaba
|
Unos comían de
gratis
|
Otros quesque apuntaban con lápiz
|
Y todo mal
caminaba.
|
|
Viendo tanta
atrocidad
|
Se llamó a uno a
poner orden
|
Para frenar el
desorden
|
Y aquella
barbaridad.
|
|
Llegó pronto a
poner orden
|
Un miembro de la
comisión
|
Que con bravura y
tesón
|
Un poco frenó el
desorden
|
|
Don Luis tallaba
la cosa
|
Por tanta regaladera
|
Epifanía así lo
viera
|
Y entendiera doña
Rosa.
|
|
De la buena comedera
|
Que todo el mundo
comía
|
Poco después le
cogía
|
Una fuerte
salidera.
|
|
El mondongo mal
no estaba
|
Y el picadillo
tampoco
|
Un poquito o algo
joco
|
Creo que ese era
el que purgaba.
|
|
La carne estaba
grasosa
|
Exquisita y
adobada
|
Hay señores que
tirada
|
Porque estaba
mantecosa.
|
|
Los tamales
desiguales
|
Unos grandes y
otros chicos
|
Y estando así tan
ricos
|
Eran solo a
cuatro reales.
|
|
La gente bien
comentaba
|
Que tamales más
de espanto
|
Mas quien los
comiera tanto
|
Rapidito se
purgaba.
|
|
Tres gallinas se
rifaron
|
Bien rellenas y
con lujo
|
Saciando así el
antojo
|
Que tanto tiempo
esperaron.
|
|
Tocó en suerte a
don Miguel
|
Sacarse esa rica
ave
|
Yo no sé y nadie sabe
|
Si se la comió
solo él.
|
|
Mucho más puedo
contar
|
De la cocina
escribir
|
Pero no voy a
seguir
|
Porque pienso
terminar.
|
|
De la cocina el
final
|
Que pronto voy a
dejar
|
Cierto les voy a
contar
|
Aunque me parezca
mal.
|
|
Que el último día
de fiesta
|
Todo estaba
terminado,
|
quedóse aquí un engomado
|
Que quería dormir
su siesta.
|
|
Me tocó
acomodarlo,
|
Saco de gangoche le dí
|
Véngase usted por
aquí.
|
Para bien
acompañarlo.
|
|
Como tan bolito
estaba
|
Dio tres vueltas
al revés
|
Venga señor por
aquí,
|
Pues casi no se
paraba.
|
|
Llegó a su feliz
posada
|
Sin cobija y sin
sombrero
|
Donde estaba el
compañero
|
Ya con la puerta
cerrada.
|
|
Comienza aquí el
vacilón
|
Dos señores bien ancianos
|
Dándose apretón
de manos
|
Espíritu y don
Ramón.
|
|
Dos sacos bien
extendieron
|
A la orilla del
fogón
|
Sirviéndoles de
colchón
|
Donde pronto se
durmieron.
|
|
Juntos los dos
dormitaban
|
Don Ramón chingo
de cuecha
|
Y Espíritu a su
derecha
|
Ya ni siquiera
chistaban.
|
|
Después que ya se
durmieron
|
Don Ramón masca y
mascaba
|
Y a Espíritu así
rociaba
|
Cuando la espalda
se dieron.
|
|
Espíritu roncando
estaba,
|
Don Ramón seguía
mascando
|
Y lo que le iba
sobrando
|
El otro bien lo
lograba.
|
|
A las tres de la
madrugada
|
Después de su
lindo sueño
|
Espíritu chingo
de baño
|
Pensaba en la
levantada.
|
|
Y hallándose en
esa facha
|
Sornagueó a don Ramón
|
Díjole viejo mascón
|
Me ha bañado con
su cuecha.
|
|
Don Ramón se
disculpó
|
Tengo un vicio y
es muy solo
|
Usted es de ser
muy bolo
|
Así es que me las
pagó.
|
|
Viene la
refresquería
|
Con cosas para
contar
|
Aquí nombres voy
a dar
|
De otros dos de
Lombardía.
|
|
Para la
refresquería
|
Se nombraron
comisiones
|
Rodolfo con sus
razones
|
Ayudante no
quería.
|
|
Siempre se le dio
ayudante
|
A Israel no lo
quería,
|
Mas éste siempre
insistía
|
Hasta que salió ganante.
|
|
Rodolfo aún mas
decía
|
Yo no quiero a
ese ayudante
|
Aunque se le
ponga un guante
|
Aquí en la
refresquería.
|
|
Mas mucho tiempo
pasó
|
E Israel hasta
sin guante
|
Ayudó lo mas
campante
|
Y a Rodolfo
vaciló.
|
|
Tanto enredo y
tanto brinco
|
Con esta refresquería
|
Negocio malo que
hoy día
|
No se le ganó ni
un cinco.
|
|
Del bingo quiero
contar
|
No dio ganancias
tampoco
|
A caja entregaron
poco
|
Los que entraron
a cobrar.
|
|
Y es tan veraz lo
que digo
|
Que un joven que
iba a cambiar
|
Se iba mejor a
gastar
|
Grueso y menudo
del bingo.
|
|
Todos echaron de
ver
|
Que el negocio
era brutal
|
Pero que al
jugarlo mal
|
Mas llegaron a
perder.
|
|
Al final la
comisión
|
Pidió entregaran
la cuenta
|
y la ganancia de dos
cincuenta
|
causó gran admiración.
|
|
Voy a contar de
los bailes
|
Pues se hicieron
solo tres
|
Y creo que sólo
esta vez
|
De ellos no
hablaron los frailes.
|
|
Como siempre así
sucede
|
Los bailes fueron
muy buenos
|
Caigan lluvias vengan
truenos
|
Baila hasta el
que no puede.
|
|
Cuando se oyó la
marimba
|
Sonar por primera
vez
|
Hacían más de un
revés
|
De aquí unas
doñas con timba.
|
|
Las que amarraban
tamales
|
Las chicas de la
cocina
|
Pasaron por la
cantina
|
Hasta con sus
delantales.
|
|
Oye vos fulana de
tal
|
Las oímos
comentar
|
Cuidado vas a
contar
|
Que amarrábamos
tamal.
|
|
Sin mas ni esperar razón
|
Llegaron así a la
pista
|
Y de ellas una
más lista
|
Entró primero al
salón.
|
|
Pronto bailó tan
contenta
|
Pieza muy
sensacional
|
Y mas hedionda a tamal
|
Que no se daba ni
cuenta.
|
|
Otra bailó la
segunda
|
Y le dijo a las
demás
|
Mañana bailaré
más
|
Si hoy me escapo
de una tunda.
|
|
Y así continuó el
bailón
|
de este que fue
el primer día
|
y nadie pieza
perdía
|
cada cual con su
intención.
|
|
Se vieron muchos
bailar
|
Como si fuesen
casados
|
Pues se quedaban
parados
|
Queditos en un
lugar.
|
|
Otro, de la
marimba y al son
|
Que a su novia iba
bailando
|
Boca en oreja
pegando
|
Le cantaba la
canción.
|
|
Otra con labios
de rosa
|
Queditita como en misa
|
Le manchaba la
camisa
|
Al novio muy amorosa.
|
|
Un señor como con
frío
|
Con su pelito
canoso
|
Bailaba lo mas
rumboso
|
Augusto, ese era
mi tío.
|
|
Aprovechó el
compadre
|
Ocasión tan
placentera
|
Para bailar la
primera
|
Piecita con su
comadre.
|
|
Un chiquillo, un
mocoso
|
Quería bailar de
veras
|
Con solo once
primaveras
|
Por eso estaba
nervioso.
|
|
Otro un poquito
mayor
|
Con el cuerpo
tembloroso
|
Se sentía muy
valeroso
|
Para hablarle a
un señor.
|
|
Señor, éste que
era el padre
|
De unas ocho
muchachitas
|
Unas feas y otras
bonitas
|
Que las cuidaba
su madre.
|
|
Un joven muy inspirado
|
Bailaba con tanto
ensueño
|
Que parecía ser
el dueño
|
de quién iba
acompañado.
|
|
Vi una joven muy
hermosa
|
bailar bien
acompañada
|
pero estaba
preocupada
|
de su compañera
Rosa.
|
|
Quién bailaba sin
cesar
|
Con un mozo medio
polo
|
Que estando
también muy bolo
|
No podía bien
bailar.
|
|
Un joven muy bien
bailaba
|
En una esquina
acosado
|
Pues estando en
ese lado
|
Por bailar nada
pagaba.
|
|
Vi una pobre
cocinera
|
Con una enagua
tallada
|
Bailar como muy frenada
|
Una pieza muy
ligera.
|
|
Un muchacho medio
ido
|
Mirando hacia las
estrellas
|
Bailaba con una
de ellas
|
Las piezas que
eran corrido.
|
|
Un joven parecía
loco
|
Pues bailaba muy
chiqueón
|
Llevando en su
pantalón
|
Media con guaro y
un foco.
|
|
Hombres con
hombres bailaban
|
Y abrazados por
el cuello
|
Raro no es ver
todo aquello
|
Pues bolos varios
estaban.
|
|
Las niñas también
bailaban
|
Con ritmos muy
desiguales
|
Y para colmo de
males
|
Sólo era que
practicaban.
|
|
Y a una doña
aventajada
|
Le bailaban en su
mente
|
Recuerdos que de
repente
|
Vio su juventud
pasada.
|
|
Esto así se le
notaba
|
mostrando mucha
inquietud
|
al ver a la
juventud
|
que tanto así la
envidiaba.
|
|
los marimberos
bailaban
|
sus ojos sobre el
teclado
|
dejando pereza a
un lado
|
pues por ello bien
ganaban.
|
|
Les ayudó un
cornetín
|
Muchacho que bien
tocaba
|
Mas éste tomado
estaba
|
Y al baile no le
dio fin.
|
|
Tocaba por cooperar
|
Cosa que le
agradecimos
|
Mas lo que si
malo vimos
|
Fue que viniera a
pelear.
|
|
En esta bonita
fiesta
|
muchas congojas
tuvimos
|
cosas malas
muchas vimos
|
también con los de la
orquesta.
|
|
Pedían guaro a
cada instante
|
pues tomaban sin
pagar
|
y nadie pudo
imaginar
|
lo que le pasó a
esta gente.
|
|
Primero lo del
corneta
|
luego lo de un
marimbero
|
que se puso medio
fiero
|
y le rompieron la
jeta.
|
|
Del baile se
aprovecharon
|
Los que les gusta
pelear
|
Y no dejaban
bailar
|
A los que de él
disfrutaron.
|
|
La gente bailar
quería
|
Y se tocaba
nuevamente
|
Más sucedía de
repente
|
Que otro molote
se hacía.
|
|
Apartaban a los
del pleito
|
La misma gente
que había
|
No hallándose un
policía
|
Ni de ellos
siquiera un pito.
|
|
Y de autoridades
hablando
|
Que aquí se
solicitaron
|
Los dos que nos
visitaron
|
Sólo pasaron
logrando.
|
|
Llegaban a la
cantina
|
Y solo bebían Chattan Bay
|
Y la boca que
hubo no hay?
|
Y se iban a la
cocina.
|
|
Mas como dice el
refrán
|
Panza llena estoy
contento
|
Logremos este
momento
|
Los obsequios
pasarán.
|
|
Y éstos que
venían a hacer
|
si no era a celar
el orden
|
y el baile que
era un desorden
|
que daba pereza ver.
|
|
Lo único que aquí
hicieron
|
Que no es malo
relatar
|
Del baile hubo
que sacar
|
Un perro que
envenenaron.
|
|
Y así los bailes
pasaron
|
Dejando mucho que
hablar
|
Cosas malas de
olvidar
|
Y alegrías que se
fueron.
|
|
Ahora lo de las corridas
|
Pues ya no hay
feria sin éstas
|
Ni tampoco en
grandes fiestas
|
No haberlas son permitidas.
|
|
Si no se anuncian
corridas
|
Tan sólo por
traer gente
|
Sucede que de
repente
|
Las mismas se ven
perdidas.
|
|
Aquí en las de éste
lugar
|
Toros cansados se
jugaron
|
Y a la gente no
gustaron
|
Ya que no querían
tirar.
|
|
Pues los pobres
animales
|
en Tilarán se
jugaron
|
y quince días
pasaron
|
mal comidos en los
corrales.
|
|
Bien los prestó
don Miguel
|
El que Mandela
administra
|
Quién se nos
perdió de vista
|
Para decírselo a
él.
|
|
Con todos estos
problemas
|
No dejó de
suceder
|
chistes que van a
leer
|
y cosas de por
demás.
|
|
De un toro que
estaba jocho
|
Amarrado al
bramadero
|
Un borracho
majadero
|
Lo quería porque
era mocho.
|
|
Este con sus
cachos menos
|
Lo montaron
varias veces
|
Y resultó de las
reses
|
Ser uno de los
más buenos.
|
|
Otro su panza
sangrando
|
De espuelazos que le dieron
|
Todos los que lo pidieron
|
Al suelo caían
rodando.
|
|
Uno más listo que
fiero
|
Se brincó una
barrera
|
Corriendo como
pantera
|
Fue a parar a su
potrero.
|
|
Un mozo que mal
toreaba
|
Creyéndose el
Cordobés
|
Le dio el toro un
gran revés
|
Y así lo desengañaba.
|
|
Otro con mucha
prestancia
|
Montó con tan
mala suerte
|
Que salió muy de
repente
|
Herido y en la
ambulancia.
|
|
En esa triste
figura
|
A Liberia se
llevó
|
Y pronto se le
aplicó
|
En la boca una
costura.
|
|
El caso éste no
es raro
|
Pero aquí se
comentó
|
Que al joven que
le pasó
|
Era el hijo de
Sergio Alfaro.
|
|
Sergio muy bravo
se puso
|
Por lo que le
pasó a su hijo
|
Y a Mario cosas
le dijo
|
Con gestos que
antes no usó.
|
|
Las corridas continuaban
|
Con toreros a
granel
|
Y los toros de
don Miguel
|
Ni con baqueta
tiraban.
|
|
Un joven de
Tronadora
|
Sólo montar él
quería
|
Pues sólito se le
veía
|
Pedirlos sin
mucha mora.
|
|
Las barreras del
corral
|
Aunque de maderas
duras
|
Ya no estaban muy
seguras
|
Estaban bastante
mal.
|
|
Con todo y lo mal
que estaban
|
Amarradas con
bejucos
|
No faltaron
muchos locos
|
Ni chicas que se
trepaban.
|
|
Y de estas chicas
les cuento
|
Muchas así
encaramadas
|
Por estar
emocionadas
|
Las desarropaba
el viento.
|
|
Mas con lo que
hacía el viento
|
Trabajo que no
costaba
|
El mirón que
abajo estaba
|
Aprovechaba el
momento.
|
|
Uno habla y con
razón.
|
De las famosas
corridas
|
Y las ve bien
divididas
|
Si pone buena
atención.
|
|
Que unos van a
ver torear
|
A los toreros
valientes
|
Y la otra mitad
de gentes
|
Solo van a samuelear.
|
|
Y para final de
toros
|
Que mucho dieron
que hablar
|
Voy a otra parte
a pasar
|
Y es al redondel de
bolos.
|
|
Llámesele bien
cantina
|
O dígasele
también bar
|
Lo cierto, aquí
se pone a la par
|
El pobre y la
gente fina.
|
|
En este lugar
señores
|
Se olvidan todas
las penas
|
Cosas malas cosas
buenas
|
Y también los
sinsabores.
|
|
Llega y toma el
que por vicio
|
Terminando su
dinero
|
Pide fiado al
cantinero
|
Pues es parte de
su oficio.
|
|
Toma el que
bailar desea
|
Para olvidar de
sus penas
|
Y con un traguito
apenas
|
En el baile hasta
pelea.
|
|
Llega el señor campesino
|
Acompañado de su
esposa
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Y ésta acepta
buena cosa
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Tomarse una copa
de vino.
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Aquí en mi
Lombardía
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Muchos se vieron
tomar
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Cada cual dio a
demostrar
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Quien con el
licor sería.
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Logró verse en
Lombardía
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El porte de mucha
gente
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Que al humo de
agua ardiente
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Buenos son
hipocresía.
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Vióse como un profesor
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De sus aulas muy
ausente
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Tomaba con otra
gente
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Muy pasado de
licor.
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Y cambia el
cuento señores
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Que aunque tome
el profesor
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Y se pase de
licor
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Bueno muestra
otros honores.
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Oí a unos ocho
ganaderos
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Hablar con su voz
muy fuerte
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Que llegarían a
la muerte
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Sin ser nunca
pordioseros.
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Y a otro cauto
con dinero
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Que hablaba de
ellos muy franco
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Si a esos los
talla el Banco
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No les queda ni
un ternero.
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Todos tomaban de
veraz
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Todos y sin
excepción
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Pues era esta
ocasión
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De quienes eras
primeras.
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Vi un mocito
quinceañero
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Pedir el licor en
cuartas
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Pues les salían más
baratas
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A él y a su
compañero.
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Muchos tomaban
cerveza
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Delante de los
mayores
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Que sin ser nada
mejores
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Los veían con
extrañeza.
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Un niño pedía en
el bar
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Que le
sirvieran licor
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Y la cosa que era
peor
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Fue de que era un escolar.
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Y voy a decir
también
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de los que
vendían veneno
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Que no hacían
nada bueno
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Ni mucho menos el
bien.
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Los cantineros
del bar
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Que servían muy
afanosos
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No lavaban ni los
vasos
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Para el trabajo
apurar.
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Y los pobres
tomadores
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Que beber en esas
copas
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Sucias y bastante
jocas
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Hediondas a mil
olores.
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El tarro del
agua pura
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Que ocupaba el
cantinero
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Era un tarro de
basurero
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Sin líneas y sin
figura.
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Y de él, el agua
canela
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Se ocupaba sin
notar,
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Y todos por
cooperar,
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Para ayudarle a
la escuela.
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Algo más, los
cantineros
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Guaro con agua
mezclaban,
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Y al guaro, así
bautizaban
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Como buenos
misioneros.
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Esto se hacía al
comenzar,
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Al llenar de las botellas,
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Para no dejar ni
huellas,
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De lo que es casi
robar.
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Pero aquí robo
no había
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Pues se hizo por
cooperar
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Y nadie pudo
notar
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La mezcla que se
bebía.
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Y más aún
todavía
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como era para
ayudar
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nadie vino a
revisar,
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el guaro de
Lombardía.
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Algo raro mas les cuento
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Que Nenen que siempre toma
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No se le vio ni
por broma
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Tomar guaro en
este evento.
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En la cantina
señores
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Sirvió muy bien
de cajero
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Hizo a un lado
este chiquero
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Para hacer cosas
mejores.
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Tres días se
amarró la faja
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Y se mantuvo en
lo cierto
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De las cuentas y
del vuelto
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Y bien bien entregó la caja.
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Muchas más cosas
pasaron
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En esta fuente de
locos
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Donde quedaron
muy pocos
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Que del chisme se
escaparon.
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Finaliza aquí un
bombeta
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Con versos que le
costaron
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Y aunque algo le
rimaron
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Vio coronada su
meta.
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