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Rosario de mayo

 

¡Buenas noches! -¿es por aquí el rezo?  Si pero diay no han llegado ni la rezadora ni la música, bueno yo mientras tanto voy a ir a la pulpe a traer una carguita de leña.  -¿Cómo una carguita de leña?  -Bueno una caja de fósforos.  - ¡Ah.  -Bueno aquí esta es mejor que prendamos las candelas de una vez.  -Pero usted cree que desde ahora, si faltan un montón, yo no veo casi a nadie, será que no es aquí.  -Yo vi en la pulpe un rótulo y sí, dice que a partir de hoy empiezan en Pozos, los rosarios a las siete.  -Mirá ahí vienen la señora que toca la guitarra y otras más.  -¿Por donde será la cosa?  -Dicen que vamos a ir a algunas casas donde hay ancianos enfermos.

 

-¡Hay vean ahí traen la virgen!

 

-¿Cómo están?  ¡Buenas noches!  ¿Hace rato que están aquí?.  -No acabamos de llegar.

 

-Bueno vayan prendiendo rapidito las candelas.  -Ve, se lo dije, que las fuéramos prendiendo con tiempo.

 

-Bueno, vayan agarrando algunas de ustedes, las andas y no vayan a estar con el cuento de que no quieren soltar a la Virgen, unas la llevan un rato y otras otro rato.  -Bueno, ¿ya terminaron de prender las candelas?.

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espirito Santo...  Con gran naturalidad hicieron todas las oraciones de rigor, para iniciar el Rosario, sin un error, sin una pausa, sin una duda, llenas de devoción y como debe ser.  Sin esperar oímos la voz; Primer misterio.

 

Entre cantos, oraciones y empujones, empezamos a caminar, nos metimos por un portoncillo, siguiendo a las expertas, que sabían donde vivían cada uno de los ancianos enfermos, seguimos por una entrada donde nos topamos con palanganas, ropa tendida, lavadoras y perros amarrados, que no dejaban de ladrar, hasta que llegamos a la puerta de la humilde casa de un "viejito", ¡Aquí traemos a la Virgen!, díganle otra vez ¡Que aquí traemos a la Virgen!

 

Que conmovía más aquel anciano, o aquel grupo de corazón humilde y sencillo, no sé pero sentía algo en mi corazón, mi garganta y mis ojos.

 

-A ver caminen, salgan ustedes primero.

 

Segundo misterio...

 

Ya empezamos a tomar conciencia, de que íbamos en grupo, algunas empezaban apenas a saludarse, espezábamos a acomodarnos, unas cerca de la música, otras cerca de la Virgen y otras atrás estratégicamente, mientras se ponían al día con los últimos acontecimientos familiares o del pueblo.

 

¡Hay!  Ya se me apagó la candela

 

-Güila, dele una botella plástica a ella para que meta la candela de por sí usted ni la va a usar.-  Pero ¿No se derrite?.  -No, si ya le corté el fondo.-  Pero, no puedo poner la candela pasa recto  -Vea envuelva la candela con este pedacito de papel periódico, ahora métala y sosténgala del "joyetico" - ¿Qué? - Que la coja del "joyetico" -¿De donde -  De aquí, donde se enrosca la tapa.  Ah, es que estas botellas de refresco para todo sirven, yo les corto el fondo y ya, así volcada, queda como una lamparita.  -¡Hay corra!  ¿qué se hicieron? ya nos dejaron botadas.  -Allá van apúrese.  ¡Dios te Salve, Salve María, llena eres de gracia!...

 

¿Por cual misterio vamos?, -por el segundo,- ¿todavía?.  A ver, no entren todas, solo las que llevan la Virgen, porque se hace un molote en la sala y además patean todo el piso.

 

Las otras desde la calle siguen cantando y rezando.

 

Dios te Salve, Salve María llena eres de gracia... Sigamos.

 

La calle se iba haciendo cada vez más ancha, al oír los cantos la gente se asomaba por las ventanas.

 

La Virgen adelante, algunos niños se adelantaban con las velitas.

 

-A ver, por aquí.  Tercer Misterio, en la entrada de la casa, había un altar, una mesita y sobre ésta un mantel con un encaje y un bordado de unas flores, un pequeño florero con flores plásticas, todo estaba preparado para la visita de la Virgen.  Abrieron la puerta, y con gran dificultad acercaron al altar a una anciana, ¿cuántos años podrá tener?, miles de arrugas en su blanco y sereno rostro, con una expresión de pureza, con alma de niña, al acercarse a la imagen junto sus manos y se hizo un silencio...

 

Un Dios te Salve, Salve María, salía de sus labios, un canto lleno de verdad de sin dudas, una entrega total, en su mirada vi verdad.  No terminaba aquel instante, no sé en mí cuanto tiempo pasó.

 

Cuidado con ese caño!, despacio.  Yo no me movía, no quería, pero como todos venimos con todos y nadie viene con nadie, cuando me di cuenta estaba parada sola, entonces me apuré para unirme de nuevo al grupo.

 

Cuarto Misterio...

 

¡Hay pero que frío está haciendo!, yo que no demuestro mi fortaleza aguantando frío, siempre llevo con qué abrigarme, sin embargo respeto y admiro a quienes se animan a ir a una procesión en la noche, con vestido sin mangas.  -Venga mamá, que se está muriendo de frío, coja mi brazo, yo la caliento-.  Hay gracias.

 

Dios te Salve, Salve María...

 

-Hay muchacha yo agarraga no puedo caminar, mejor voy a ir rapidito a meterme a la próxima casa.

 

-Hay mire se le está quemando la botella, no que la cancela está muy pequeña, mejor apáguela.

 

-Vengan por aquí, vamos para aquella casa.  ¡Idiay! todos se metieron a la casa.-  Diay, sí por el frío.

 

Desde afuera se oía la guitarra y las voces entonando una canción, que casi nadie se sabía la letra, pero todos cantábamos.

 

Quinto Misterio. -Agarre de ahí, y lleven la Virgen al pequeño altar cerca de la gruta, la que está en el "planche" del parquecito.  -Es que aquí es donde el padre da la misa, mientras construyen una capilla.

 

Una colección de sillas nos esperaban, en el pequeño planché, donde terminamos nuestro rosario y descansábamos de la caminada.

 

¿Qué?  ¿Qué pasó?-  Tómese rápido ese sorbo de aguadulce y vámonos, no ve que aquellas están furiosas, porque ellas son las que le ayudan al padre y estas otras no pidieron permiso para hacer el rosario ni para usar el planché.-  ¡Pero si estamos en el mes de mayo!

 

Pero si la Virgen pide oración.

 

Pero...

 

¡Regina Sacratísima, ora pro nobis!

 

Laura Herrera M.