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La Fiesta Patronal

 

Crecer en Villa Colón en los años cincuenta del siglo veinte es como vivir en otro planeta, pocas viviendas, tranquilo, apacible, con sus calles enzacatadas me doy el lujo de traer unas varas del bajo de los Gurdián y junto con mis hermanos cerrar la calle frente a mi casa y hacer una pequeña plaza solo para nosotros y unos pocos amigos.

 

Asfaltada, solo la Calle Real, empedradas alrededor de la Iglesia, la plaza y el cementerio.  Corriente eléctrica después de las cinco de la tarde, solo para alumbrarse, como cuatro personas que tienen carro, sin radio, teléfono, por cierto un señor que es el Cónsul de Honduras, que vive en San José y viene todos los sábados a llevar huevos, naranjas y guineas cuadradas, dice que vio en el periódico, que en Estados Unidos inventaron un aparato como un cajón con un vidrio al frente y se ve la gente adentro y se llama televisión, yo mejor no pregunto porque me da miedo.

 

El tiempo se me hace una eternidad por lo que junto con mis compañeros ideamos dividir el año en fechas o celebraciones, son Semana Santa, Fiestas Patronales y Noche Buena, pero la mas importante y pasamos todo el año esperándola es la Fiesta Patronal.  ¿Cuando será 15 de agosto?

 

¿Papá cuanto falta para las fiestas?

 

A ver que día es hoy.

 

Miércoles 12 de junio.

 

Idiay, faltan dos meses, hay que irse preparando.  Andá donde Don José Rivera y le decís que me lleve el Viernes una carga a San José, que pase mañana a recogerla.  Son veinte sacos de maíz, seis de frijoles y un quintal de millo.

 

Voz me acompañás y me cuidas los sacos para ir a ofrecer a los almacenes cerca del mercado.  Vamos y así aprovecho para comprar las telas de los estrenos.

 

Que gran noticia, ir a San José y tomar café con un sándwich de carne en el Cometa.

 

Bueno, dice papá, a partir del Lunes cuando van al alto a dejar las vacas se traen un medio saco de boñiga y cortan un poco de pitilla para ir amontonando en la galera, también recogen las cáscaras de los huevos que se gasten en la cocina.  Yo voy en la tarde a traer tierra colorada al tajo para rellenar el piso de los corredores, los cuartos y empañetar las paredes de la casa.

 

Ahora sí, ya hay suficiente material, mañana vamos a rellenar el piso, echamos bastante tierra y comenzamos a pisonearla con unos tucos de madera bien pesados hasta quedar parejo y como de ladrillo.  Cansados pero satisfechos, nos acostamos bien temprano.

 

Lo que mas me gusta es la preparación del barro para arreglar las paredes, se mezcla la tierra barro de olla con la pitilla bien picada, boñiga y cáscaras de huevo, ya bien revuelta comienzo con mis hermanos, a pata pelada, a brincar hasta lograr una masa pegajosa que se pegue bien a las paredes, claro para nosotros es una fiesta, eso sí después al baño.  Por último, para que la casa quede como una novia, la encalada.  Se hecha en un estañón la cal, bastante tuna, azul de mata para blanquearla y se mueve bastante con una paleta de madera.  Se aparta un poco de la mezcla para revolverte ocre azul para encalar la guarda a nivel de las ventanas, cada uno con un hisopo lo hacemos más rápido.

 

Ahora sí, huele a barro, tuna, boñiga y fiesta, así va acercándose el gran día, con la novena a la Virgen a la que voy todos los días para estar bien portado y lograr que me den permiso de ir a las fiestas.

 

Ya hoy es 12 de Agosto, en la escuela solo de eso hablamos, pidiéndole a la Virgen que no llueva en estos días.  Ya están colocando los bombillos a la Iglesia por fuera para que esté bien iluminada, y frente a la Escuela armando una rueda de caballitos y otra de Chicago, aunque viejas, parecían lo más moderno.  En mi casa se mató un chancho para hacer los tamales, que mi mamá prepara muy ricos y tenerlos para con café o agua dulce darle a los familiares y amistades que vienen de otros pueblos, que aprovechan para venir a las fiestas y de paso visitamos, la pobre no celebra el día de la madre porque tiene que atender las visitas.  Mamá divide las tareas para mañana, mis hermanos traer las vacas, papá hacer los chicharrones y guardar la manteca en un tarro para el resto del año y a mi ir a cortar escobilla para hacer una escoba, barrer los patios e ir a la Quebrada de la Muerte, donde Chavela Castillo a traer los estrenos.

 

Por fin llegó la víspera, como hoy tengo que ir a traer las vacas, a las 6 a.m. voy camino al alto rezando como 50 rosarios para que no llueva, que se venga el diluvio, pero después de las fiestas.

 

A las once comienzan a llegar los músicos de la cimarrona, Teodoro Sandí con el bajo, Toribio Rojas con los platillos y Adán Badilla con la trompeta y un saco de bombetas al hombro para reventar a las doce, Chico Mendoza y Victor Bolaños, de la comisión con un saco de bombetas y otro de cachiflines, cada uno para guardarlos en la Palestra junto con los payasos, voy a quedarme para ver reventar las bombas, le pregunto a Chico Mendoza a que hora salen los payasos y me dice que cuando reviente el primer cachiflín.

 

Voy a dar una vuelta para ver que mas hay, claro solo a ver, porque la peseta que me ofreció mi papá, me la da hasta mañana.  Las pulperías y cantinas están adornadas con guirnaldas de colores, la de Carlos Cuadra, Juancito Aguilar, Luisa Mora, Memo Rivera y Chepe Monge, en el mercado Cabo Hernández y María Murillo con esos ollones de tamales, sopas de mondongo, gallina, frito, pozol y picadillos de papa y chicasquil, seguro van a vender bastante porque el baile comienza después de misa con la mejor marimba hasta que terminen las fiestas.  Están armadas la rueda de caballitos y Chicago, comienzan a llegar algunos vecinos de Quitirrisí, porque fiesteros si son.  Mira, cinco para las doce, corro al jardín de la Iglesia para ver reventar las bombetas, hay Virgencita de la Asunción, voz como patrona pedile a tu hijo que no llueva, porque casi siempre con la primera bombeta se viene el aguacero.  Pum, ahora sí, comenzaron las fiestas, doce bombetas de triple trueno y la cimarrona tocando a todo meter llenan el ambiente de música y alegría, salgo como alma que lleva el diablo para la casa a comerme un par de tamales con café para regresar a ver los payasos.

 

A las dos de la tarde sonó el primer cachiflín, salí con mis hermanos en carrera para el frente de la Palestra, claro de larguito porque un manazo de las gigantas o embestida del torito duele, fuimos hasta el rastro y bajamos hasta la casa de Genaro Mendoza, en cada esquina bailan y Chico Mendoza revienta un cachiflín, otra vez para la casa a cambiarme la ropa y comer algo porque hay que ir a misa y a la procesión de la Virgen Dormida, a las cinco a la calle otra vez hay que ver que novedad tenemos, las argollas, la lotería y ese con maní garapiñado, cajetas, prestiños, gofios y unos popis grandísimos, están poniendo unas mesas con unos juegos que no conozco, pero lo que mas me llama la atención son las argollas con esas botellas de vino y rompope con un billete de dos pesos enrollados.  Huy, me pegara la de rompope, usted sabe dos pesos, pero será hasta mañana, ya voy para la Iglesia cuando veo al jefe político hablando con los policías, intrigado me arrimo para escuchar y oigo cuando les dice, bueno, ustedes saben que ya comenzaron las fiestas, así es que a partir de las seis y hasta mañana a las doce de la noche están las cantinas abiertas y al que quiera pelear, le abren cancha, no se metan a desapartar a no ser que haya alguno herido, me intriga la conversación y le pregunto a mi papá porque era así, me dice que es una tradición, que todos los problemas y ofensas entre vecinos durante el año, esperan las fiestas para sacarse el clavo ya que no los meten a la cárcel.  Corro para la Iglesia a ver cuando encienden la iluminación, que bonitos se ven los bombillos encendidos envolviendo la Iglesia, salimos con la procesión de la Virgen Dormida, todos llevamos faroles, yo lo hice con tiras de caña de bambú y papel celofán, quedó muy bonito y ojala no haga viento para que no se queme, vamos pasando frente al mercado y está el baile en lo más y mejor, como no paran mientras pasa la Virgen el Padre Coto se enoja y nos apura a pasar y les hecha una maldición por no respetar el día de la Patrona, de pronto lo que mas temía comienzan a caer unas cuantas gotas, será que la Virgen se enojó, hay Tatica Dios por favor no, que todavía falta el juego de pólvora, después de la procesión como no llovió comienzan a llegar los músicos a las gradas frente a la Iglesia y un polvorista de Cartago a colocar las figuras en la plaza, de pronto el primer bombazo, que ganas de patear la bola, de pasar debajo de la ruedinas, pero mi mamá me advirtió que si llego con la ropa quemada me mata a leño, mira encendieron el torito y empieza a darle vuelta a la plaza disparando perseguidores, pero que pasó viene para donde nosotros, Santo Dios se metió al mercado y en medio baile, que pleitón se armó, ni toda la policía puede terminar el pleito, por fin ahí llevan al de torito para la cárcel por tortero, hay dos señoras desmalladas y varia gente chorreando sangre.  Y ahora a dormir, porque mañana será un día que no me va a alcanzar el tiempo.

 

Escuchar las primeras bombetas y la música de la diana me hizo levantarme como un resorte, a traer las vacas rápido porque el día hay que rendirlo, luego bien bañado camino a la Iglesia porque viene el Obispo a dar la misa y participar en la procesión, de pronto vuelvo a ver para la plaza, llegaron dos carretillas de San José con helados de sorbetera, tan ricos que son, más tarde me compro uno, y ya está la vara de la fortuna le están pasando grasa de carreta y bastante jabón para que el que quiera ganarse el premio le cueste bastante, el cual es una camisa de yerbilla y un billete de dos pesos, lo echan en una bolsa de manigueta para que no se llene de grasa, también están colocando cinco tinajas en el marco de la cancha, le pregunto a mi amigo don Victor el de la comisión que contiene, y me dice que es un secreto, pero le insisto y me lo revela, la primera tiene un zorro, la otra harina, una llena de agua, la del centro un panal con avispas corre venado y solo una con maní y confites, tan entretenido estoy que no me doy cuenta que entró la misa y no fui al puente a recibir al Obispo.  Entro cuchitico a la Iglesia y la primera que me ve es mi tía Mino que me pela unos ojos como diciéndome pecador, la misa se me hizo una eternidad pensando en el cordonazo, eso si suena bonito.  Terminada la procesión, a la plaza a ver las actividades, primero la vara de la fortuna varios la pulsean y como esta tan resbalosa no le llegan ni a la mitad y nos vamos para la reventada de la tinaja, como se lo que tienen no me arrimo mucho, ojalá me pique una avispa en la cara, hasta ahí llegó la fiesta, y viene lo mejor el chancho encebado y comienza todo el mundo a tratar de agarrarlo y que va por más que corrían siempre se les safaba y de pronto se mete en la casa de Prudencio Pérez y cuando iban todos a meterse a agarrarlo sale Prudencio con una rula veintiocho y la palmetea en una piedra del corredor sacándole chispas.  De la cerca no me pasa nadie y el que se atreva sale tasajeado, llego don Victor y Chico Mendoza y nada, trajeron a don Ovidio Carvajal jefe político con Chepón y Poncho Chavarría policías y nianasí, esto es propiedad privada y ustedes saben a lo que se atienen, todos viendo el pobre chancho debajo de la pila en un puro temblor, y como iban a comenzar las carreras de cintas y no se arreglaba nada comenzaron a irse, en cuenta yo, llego y hay como veinte muchachas muy bonitas todas con una cinta bordada con el nombre que será dada de premio al ganador, unas también tienen cajas de pañuelos y botellas de vino, como sesenta caballistas se pelean por los premios, mas que todo el primero que tiene el derecho a escoger, pero todos sueñan con la cinta de Celina la mas bonita y hermosa, alta, blanca y con una mirada que atraviesa hasta una piedra, tras varios intentos de meter una argolla por fin Isidro lo logra y corre donde Celina para que le ponga la cinta en el pecho, seguro se siente como el rey de la tierra.  Y suena el primer cachiflín, los payasos, como no he podido almorzar comienzo a gastar la peseta comprándome un cono que me cuesta un cinco, me quedan veinte que ya se como los voy a gastar, un cinco para montarme en la rueda de caballitos, otro en la argollas, uno para una bolsa de maní garapiñado para llevarle a mi mamá y seguro me compro otro helado, achanta ya se van a terminar las fiestas.

 

Después de los payasos voy a las pulperías a ver a la gente bailando con la música de las marimbas, en la pulpería de Cuadra hay una señora grandota, con los cachetes pintados de colorete, blusa amarilla, enagua azul hasta los pies y un delantal amarillo, que está tomando seguro guaro y bailando con muchos hombres, de la bolsa del delantal sacaba un pañuelo con la plata y pagaba, estoy intrigado y como siempre le pregunto a don Victor, de casualidad me lo topo, muchacho esa es Martina Cancha de Escazú, tiene mucha plata y grandes cafetales, le gusta mucho bailar, invitar y tomarse unos tragos pero no se pasa, hay del que quiera faltarle el respeto porque de un manazo lo manda al suelo, primero faltan las fiestas que ella.  Ya estoy un poco cansado por lo que decido montarme en los caballitos, tengo que gastar la plata que me queda, ya se va haciendo tarde y no puedo perderme jugar las argollas, ya pregunté y por un cinco me dan diez, son diez oportunidades de pegarme esa botella de ponche con ese billete de dos pesos, tiene que ser mía, me arriesgo, usted sabe con dos pesos que no compraría, después de pulsearla de todas formas, salado no pegué nada.  Estoy comprando la bolsa de maní garapiñado cuando oigo ese escandalón, ahora si se armó el pleito, lo que yo quería ver como veinte contra veinte se vuelan pescozones, patadas, se revuelcan en el suelo, son los Solicillos de Brasil contra los Azofeifa de Ticufres, los del Centro con los del Alto del Zoncho, ahí están Máximo Alpízar, Alejandro Hidalgo, Mingo Mora, Oto Hernández, Pelino y Chico Mendoza y como gran grada voy viendo a mi tata, mejor me voy para la casa, no se como terminó, lo más seguro todos golpeados, al pasar por la plaza todavía están batallando con la vara de la fortuna, al llegar a casa están mis tíos con sus familias que vienen de la Guácima y Turrúcares de Alajuela, le entrego la bolsa de maní garapiñado a mi mamá y me la recibe de mala gana, presiento lo peor, como a las siete llega mi papá para que vayamos todos a ver la película que dan para todo el público a un costado del mercado, por cierto es una mexicana que se llama cuatro milpas, después de la película para mí terminó la fiesta aunque siguen los bailes que son cosa de mayores dice mi mamá.  Al llegar a mi casa lo que me esperaba mi papá agarró una tajona y sin decirme nada me pegó una fueteada como para recordarla todo el año, toma esto es para que el otro año vaya a recibir el Obispo y llegue temprano a misa, seguro tía Mino me acusó.

 

Ya acostado y para aliviar el dolor me puse a soñar, como serán las fiestas dentro de cincuenta años, habrán payasos, juego de pólvora, el cordonazo porque unas fiestas sin eso no son fiestas.  Ya se lo que voy a hacer, cuando sea grande voy a ser como Victor Bolaños para que siempre hayan fiestas.  La fueteada valió la pena...