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Historia anécdotas

 

De la vida de un escazuceño nato

 

09/09/2006

 

Marvin Chamorro Trejos

 

Prólogo.

 

Después de medio centenario de años, he decidido escribir parte de mi vida, que en su mayoría de mi infancia, adolescencia y juventud, fue muy atropellada, maltratada por ser de una clase social muy baja, pero, aunque de extrema pobreza, siempre mi espíritu de lucha me llevó a buscar los caminos sanos, de hacer el bien sin saber a quién.

 

-        Si hurté frutas fueron travesuras de mi niñez y a veces porque no tenía que desayunar, almorzar o comer.

 

-        En mi adolescencia me gané el sustento con el sudor de la frente.

 

-        "Hoy no tengo de qué arrepentirme, con excepción de haber tenido que crecer en una familia desintegrada...!"

 

Todas mis vivencias, recuerdos, son basados en hechos reales, porque son los años los que se encargan de ir tejiendo, enriqueciendo el diálogo de mi relato de lo que ha pasado por mi vida a través del tiempo con todas mis vicisitudes.

 

Obviamente esta historia la dedico a mis seres queridos, a mi madrecita Flor, mi esposa Damaris a mis hijos e hijas, y en especial como un homenaje póstumo a la memoria de don Jaime Cerdos Mora.

 

El nombre de este prójimo es: Marvin Homer Chamorro Trejos.  Nací el dieciséis de junio de mil novecientos cincuenta y cinco; mamá dice que vine al mundo el dieciséis de julio, para la celebración del día de la Virgen del Mar, y el suceso se dio en el Hospital San Juan de Dios.

 

Lo curioso es que la partida de nacimiento indica que fue en el centro de Escazú, mi natividad, con partera.  Tal vez porque después que me parió mi madre, se la llevaron al hospital.

 

Originalmente me inscribieron como Marvin "Ornar", luego aparecí como Marvin "Omer",- y finalmente cuando cumplí la mayoría de dad, al retirar mi cédula de identidad aparezco como Marvin "Horner" Chamorro Trejos.  Todos estos datos aparecen en el asentamiento de la partida de nacimiento en el Registro Civil.

 

-        Igualmente mi mamita me dice: Marvin, usted legalmente es "ZÚÑIGA TREJOS", pues su papá era hijo natural o extramatrimonial, aunque al pasar los años se enteró a través de mi familia paterna que el padre biológico de mi progenitor lo fue un músico muy reconocido en el ámbito nacional de apellido Mora, y si es así por ser nieto de Mora, si papá hubiese sido reconocido, entonces yo tendría que ser "MORA TREJOS", pero para colmo de males aquí no termina esta maraña de los apellidos; don Alfredo Chamorro Zúñiga, mi papá, fue reconocido antes de cumplir la mayoría de edad, poco antes de contraer nupcias con mi progenitora, por don Antonio Chamorro Solano, quien no era su padre biológico.

 

-        En su acta de nacimiento su nombre y apellidos son: "ELÍ ZÚÑIGA RODRÍGUEZ", por ende si hubiera sido reconocido por su padre legítimo, sería "ELÍ MORA ZÚÑIGA".

 

Mi mamita es Flor, "Flor de María ó Flor María", Trejos Morales, conoció a mi papá, cuando él llegó procedente de San Juan del Murciélago ("Tibás"), a la empresa de buses de Escazú, como cobrador y luego terminó siendo chofer, así se conocieron y terminaron casándose en mil novecientos cincuenta y dos.

 

Tuve una hermana que cuenta mi familia murió a la edad de dos años, la llamaban Lorena, luego nací yo y a los dos años después Tony Bileiby ó "Bileybi".

 

Para ese entonces nuestro hogar estaba situado en la línea divisoria entre San Rafael y Escazú, donde se ubica hoy el Restaurante Samurai; allí había una casa de abobe propiedad Daniel Mena, emparentado con la familia.  Al frente vivían mis parientes maternos, abuela, tío, tía, tía abuela, primos, etc.

 

-        En casa de sus descendientes, "familia Jiménez Flores".

 

Una vez que tuve uso de razón, recuerdo que vivíamos en "Quinto Patio", o sea del templo Católico de San Miguel de Escazú, dos cuadras al sur y media al oeste, un vecindario como el del ("Chavo del Ocho"), había mucha pobreza; el dueño fue ("Chalo Gato"), (Q.d.D.g.), nunca lo conocí por su nombre y apellidos, y es que apenas si acaso yo andaba por los cinco años de edad, allí en esos años de infancia por alguna discusión de mis padre, tomé la seria decisión de irme de la casa, no me acuerdo cuántas cuadras caminé con una ropa entre una bolsa de manigueta, creo que me alcanzó mi padre y me trajo de vuelta a la casa, lo que no se me olvida fue la fajeada de mi mamá, y ahora que menciono eso, donde yo moraba con mis progenitores, la casita era muy sencilla, de madera sin pintar, ventas de madera, puerta con picaporte por dentro y dos aldabas por fuera donde se le ponía el candado cuando nos ausentábamos, se componía de dos aposentos, el piso de tierra y, la letrina o escusado de hueco se encontraba a unos siete metros y era colectivo, lo visitaban las ocho o más familias que vivíamos en Quinto Patio.  En la letrina se cayó un vecino de muy corta edad y murió ahogado (***), bastantes días le pedí a mis papas me acompañaran al servicio sanitario a raíz de esto.

 

El patio del vecindario de "Quinto Patio era enorme", allí me la pasaba casi todo el día jugando.  Recuerdo que una vez uno de los vecinos compró para un turno de San Miguel una java con muchos animales avícolas, no se por qué, pero, uno de los gallos no se llevaba bien conmigo, no le simpatizaba para nada, cada vez que me encontraba jugando me perseguía, mis papas no me lo querían creer, hasta que un día se me lanzo, me picó en una nalga, traté de quitármelo, corrí y con tan mala suerte que tropecé en una piedra que tenía una punta algo filosa y pegué mi frente, me causó una herida que me quedó marcada para el resto de mi vida.

 

-        Me levanté y llegué pegando gritos a la casa, le conté lo sucedido a mamá, me echó un poco de agua y agarró un poco de café molido y me lo untó en la herida, me puso un pañuelo alrededor con un gran nudo atrás y así pase dos o más días con curaciones.

 

-        Ah, se me olvida contar que luego de la curación me dio una paliza, alegando que eso me pasaba por estar molestando yo al animalito, por eso me había sucedido ese percance; desde entonces no me olvido de ese día.

 

-        El gallo colorado, grande, fue a parar a la olla el mismo día, porque el vecino se enteró de la persecución y el accidente.

 

Lo último que recuerde de ese vecindario es, que un día que mi papá desde tempranas horas estuvo tomando licor en la Cantina La Central que todavía hoy esta diagonal al Parque de Escazú, atendida por Carlos Solís "Ceiba", a la sazón, se le olvidó que me había llevado con él, y me tuvo sentado por más de tres horas en el quicio de la puerta, cuando salió casi de cuatro patas haciendo gesticulaciones, se me quedó viendo y, con un suspiro dijo,

 

-        "que dicha que no me han robado a mi "negrito"...!

 

-        ¡... pobrecito se me había olvidado...!

 

-        Me levanté, me abrazó y a como pude llegamos a la casa.  Unos días después no me acuerdo haber visto más en la casa la figura paterna.

 

A los quince o veinte días después del día que estuve en la cantina esperando a mi papá, mi madre empezó una noche a echar los enseres de la casa en unas cajas de cartón, le pregunté qué hace mamá..?, y su respuesta fue, "negrito" nos vamos de aquí, vamos a vivir donde doña Honoria Monge Bustamante.

 

-        Efectivamente nos trasladamos a pié, quedaba a unos doscientos cincuenta metros al oeste de "Quinto Patio", pasé a vivir de clase baja a clase media, aunque parezca mentira a tan solo un poco más de dos cuadras.

 

-        Llegamos a la casa, la misma bien pintada, un color teja, ventanas de madera anchas, de tres aposentos, piso de la sala chorreado en cemento lujado, con ocre, otra parte sin lujar y la cocina de tierra, en la entrada principal colgaba una veranera en una esquina de la casa, sin olvidar que la situación económica no variaba, siempre en absoluta pobreza, nos la ingeniábamos para buscar alimentos, y lavando ropa, aplanchando en casas vecinas, mamá salía adelante conmigo.

 

-        No lo pueden creer quienes lean esta anécdota, voy a tratar de plasmar tal cual era el servicio sanitario de nuestra vivienda, el cual sólo compartíamos con la familia Monge.  Digo servicio sanitario..., porque para mí no era letrina o escusado, por lo moderno que me parecía, sobre todo en los años sesentas, en una zona rural, tenía yo los seis años de edad, era toda una novedad, iba a cada rato los primeros días de inquilinato, por supuesto; y era porque el servicio sanitario tenía una gran particularidad (**), la caseta toda en madera, techo de teja, planché de concreto con sentadero chorreado en cemento, debajo tenía tubos de alcarraza que pasaban bajo tierra hasta quedar pendientes, a unos ochenta centímetros de la rivera del río Catalina, donde salía la boca unos treinta centímetros; a un lado del servicio estaba colocado un balde plástico colgando de un mecate de cabuya, una llave de chorro con un tubo de cañería galvanizado; una vez que uno terminaba su necesidad, soltaba el balde y listo; hasta carbolina le echaba mi mamita para mantenerlo bien aseado(***).

 

No tengo idea cuántos años tenía de construido ese servicio, para aquel entonces ya tenía muchos años, lo oía de un hijo de doña Honoria.  Por casi dos años lo utilicé ya que de allí, nos trasladamos a un lugar llamado ("El Chirca o Lotes Perú").

 

-        Viviendo en casa de doña Honoria fui por vez primera a la escuela. - como podrán captar ya no menciono la figura paterna-, llegué hasta el tercer grado en la Escuela República de Venezuela, luego me mandaron a la Venezuela Número Dos, por jurisdicción o razón de territorio.

 

La nueva escuela estaba en el límite entre San Antonio y Escazú.

 

De allí en adelante no es, sino hasta los once años que recuerdo, volvió mi papá a la casa y, a los trece años que al interponerme en un pequeño altercado entre él y mi mamá, se marchó para siempre como lo escucharán más adelante.

 

En ("Chirca o Lotes Perú"), estuvimos habitando una casa de don Genaro León, por unos dos años, esa casa estaba a unos dos kilómetros al sur del centro de Escazú, por lo que me tocó cuando se inauguró la Escuela República de Venezuela Número Dos, ir a esta noble institución donde me gradué de primaria.

 

-        En la propiedad de don Genaro como tenía gran longitud, era un vecindario muy habitado, pero, yo me las ingeniaba y como atravesaba por el centro de la propiedad una quebrada, afluente del río Catalina, agua que sí se mantenía sin impurezas, ya que la utilizaban para riego de hortalizas, la cuidaban los agricultores en un gran trayecto, entonces me nació la idea de crear una poza para bañarme los fines de semana con algunos amigos, pues, donde don Genaro vivíamos ocho o más familias, o sea volví a caer al estrato social más bajo, con la mudanza, casa sencilla, pared medianera, letrina o escusado de hueco colectivo, pero, era feliz.

 

-        Las familias eran numerosas de seis o siete hijos, madres solteras, viudas, divorciadas, y una que otra familia conformada, en el lato sentido de la palabra.

 

Allí también inicié mis primeras labores en el agro, sembré con el consentimiento de don Genaro, maíz, frijol, y unas matas de chile dulce.

 

-        Al frente de calle de por medio había una finca de unas cuatro hectáreas dedicadas a la agricultura, en unas vacaciones de julio conseguí que don ("Queco") Sandí, un agricultor de buen corazón, le pedí me diera la oportunidad de ayudarle y me enseñó a regar, sembrar hortaliza y amarrar culantro; tenia un gran tomatal, cebolla, culantro, lechuga, ajo, remolacha, zanahoria, coliflor, me levantaba dos veces por semana, temprano, a regar, pues tenía que hacerlo dos veces al día, por las mañanas de cinco y media a siete, y en las tardes de cinco y media a siete u ocho de la noche, con una linterna, dependiendo de la cantidad de agua que corriera por el cauce.

 

-        Poco a poco fui aprendiendo el oficio como agricultor.

 

Andaba por los ocho años y unos meses de edad cuando una noche me dice mamá: ("Negrito") nos vamos de aquí, vamos a residir a otra casa de don Genaro, allá por detrás del Country Club, calle a Guachipelín de San Rafael de Escazú, y como a las seis de la tarde llegó don Nato León Solís con su camión marca Chevrolet, anaranjado, y nos llevó del Chirca a unos tres y medio kilómetros hacia abajo: una propiedad llena de casas, no tenía donde distraerme, jugaba en la calle con los vecinos, a los meses, acercándose navidad, en vacaciones de fin de año, empezaron unos muchachos a jugar bola en propiedad de un señor ("Chopo") Sibaja, pusieron marcos de caña de bambú, y me invité sólo, me arrimé un sábado y me inicié en el balompié; le imploré a mamá me comprara zapatos, medias y uniforme de fútbol, pero como éramos tan pobres, me decía:

 

-        "es imposible papito...!".

 

-        "apenas gano para comer".

 

-        No podré olvidar jamás esa navidad, porque me enteré que mamá había localizado a papá, después de años de no verlo, vino a visitarme, me trajo los tacos de fútbol, las medias y un uniforme rojinegro.

 

-        Los zapatos todos en cuero, clavados, con taquillos de cuero con tres enormes clavos.

 

-        Un vecino tenía un equipo de niños, lo que llamaban ("mosquitos"), me enlisté y a los meses un domingo nos llevó el dirigente del equipo a conocer La Sabana, allí jugamos un partido, no tuve sosiego, porque a Cada rato bajaban y subían avionetas y aviones.

 

-        Estaba todo asustado, primera vez que iba a la ciudad.  Ver aquel campo tan grande y aterrizar y ascender avionetas y aviones, era algo extraño, yo los oía o los veía por los cielos;

 

-        Pase muchos días pensando cómo hacían para volar esos aparatos...?

 

-        Volvimos en otras oportunidades y me acostumbré, porque igual fue mi primer abordaje a la ("cazadora") o autobús, era un mundo de fantasía que daba vueltas por mi mente.

 

-        Cuando salía temprano de la escuela o me tocaba por la tarde, servía de lazarillo a don Genaro León, él era no vidente, por todo Escazú lo andaba, creo que era prestamista, a otras casas llegábamos y le dan comestible, ropa, entre otras cosas; el recorrido me lo enseñó nuestro dirigente deportivo Dimas Badilla León, -sobrino de don Genaro-, que me decía vamos a acompañar este viejillo, no se preocupe por el desayuno o el almuerzo, en muchas casas nos dan café, fresco, almuerzo y hasta para traer a la casa, si tienen ropa que le quede a usted, se la regalan también.  Así me hice de un poco de ropa, zapatos y era menos lo que gastaba en alimentos en mi casa.  Los fines de semana don Genaro me regalaba algunos colones que le servían de mucho a mamá.

 

Tenía los nueve años cumplidos de edad, cuando, nuevamente nos mudamos de casa, nos trasladamos al centro de Escazú, cerca de la terminal de Buses, de la famosa Pulpería y Cantina La Violeta de don ("Lito") Guzmán, cien metros al oeste y veinticinco sur, a unas casas que tenía don Francisco ("Paco") Chavarría, famoso por su generosidad, para los días de celebración del Santo Patrono, San Miguel, junto con sus hermanas, destazaban reses y cerdos y mandaban llamar a las familias de escasos recursos económicos, entre esos estábamos mamá y yo; pasábamos comiendo olla de carne, bistec, cerdo, por una semana o más, pues, mi mamita colgaba la carne en un gran gancho, para que no se maleara, cocinaba con leña o carbón en un anafre; atrás de la casa lo que dividía la propiedad de don ("Paco") con el Cementerio de ("Los Ricos") ó Quesada, era una cerca, con algunas latas de zinc viejas, no puedo olvidar otra anécdota acaecida allí, porque mis padres medio se reconciliaron, papá vivió con nosotros unos meses, creo que dos meses; una noche llegó tan ebrio que prometió quitarnos la vida, hizo un escándalo que tuvimos que salir huyendo al ver que cogió un cuchillo de cocina, salimos por la puerta de atrás, mamá como pudo quitó o corrió una hoja de zinc y nos escondimos en el Cementerio.

 

-        allí pasamos la noche recostados a una bóveda,

 

-        supongo que era en época seca, porque no llovía en esos días.

 

-        En la mañana nos acercamos a la casa y ya mi papá no estaba, había salido a trabajar, y, unos días después decidió mi progenitora que debíamos irnos de casa de "Paco" Chavarría.

 

Nos trasladamos de nuevo al ("Chirca ó Lotes Perú"), a otra casa de don Genaro León, un poco más decente era la vivienda, pero como siempre muy sencilla, ya para entonces tenía yo casi los once años de edad.  Siempre fui de pocos amigos, pero, volví con mis viejos amigos, contados con los dedos de las manos, no queda de otra, soportarlos y que me soportaran, para entonces era más diestro para el trompo, canicas, y empecé el aprendizaje de bicicleta, si se le puede llamar así a un marco viejo herrumbrado, sin frenos, ni neumáticos, ni llantas, ni cadena.

 

-        en otras palabras un marco con aros y manivela,

 

-        era sólo para mantener el equilibrio, pero me entretenía, la llevaba como a un kilómetro arriba, desde la Pulpería de don Elías Flores, hasta la esquina donde hoy todavía hay un tanque de captación de agua, contiguo al conocido Restaurante ("Pollo Juancho, el más grande y más ancho"), me tiraba y venía frenando con los pedazos de zapatos de hule que me habían regalado y que ya no tenían suela, era nada más para disimular que andaba calzado.

 

-        de esta manera aprendí a conducir bicicleta, porque después conseguí una de segunda en regular estado, cuando volví a trabajar.

 

-        Por esos días un vecino que no le gustaba perder en el juego de trompo en pasa-raya..(**), Luis Salazar Mena, una tarde le gané su trompo, en la noche le quité la punta con un alicate, le puse otra, lo pinté de colores amarillo, rojo y verde, le afiné la punta en un molejón, y quedó "plumita".  Al día siguiente llegó Luis y me increpó, pidiéndome el trompo, que debía dárselo.

 

-        Le dije Luis, sea honesto, no tengo por qué entregarle algo que me gané, además ya lo cambié por este que tengo en la bolsa del pantalón y le mostré el trompo que transformé.  Se fue, a los minutos regresó y sin decirme nada, me pegó una trompada por la boca, nos dimos de golpes, nos fuimos al suelo, y cuando vio que también perdía la pelea, no me explico cómo, sacó un puñal y me lo pasó entre la ceja y el párpado, y volvió a darme otra puñalada, entre el pómulo y el párpado inferior del ojo derecho.  Salió corriendo y no supe de su existencia por casi dos meses. -me contaron que se fue para donde un pariente-.

 

-        Pegué cuatro gritos, los hermanos Tobías y Elías, León Solís y un primo de ellos Carlos Solís, me auxiliaron, me echaban agua de un tubo que estaba quebrado cerca del tanque del Acueducto, me trasladaron al hospital en ambulancia, allí me cosieron, vendaron e inyectaron.

 

-        cuando llegué a la casa y me vio mamá, se echó a llorar y fue a buscar a toda la familia de Luis, nadie sabía nada, Luis no estaba en el Barrio, pero, a los dos meses y unos días regresó, yo me hice el maje, andábamos con la paja tras la oreja, tanto él como yo, sabíamos que no era fácil olvidar el altercado, me comenzó a hablar, una tarde ya casi de noche, me loencontré solo, cerca de! tanque, lo llame y le dije:

 

-        "Este es el día de mi venganza..."

 

-        nunca tuve problemas con nadie, no sabia lo que era un pleito a golpes, solamente la que libré con él"(***),

 

-        Tenía tanta ira que lo agarré y empecé a darle a diestra y siniestra, por donde primero pudiera, muy extenuado, en el suelo lo así del pescuezo y lo sumergí en una zanja llena de yuyos, estaba a punto de cometer un homicidio, y no recuerdo quién me lo quitó y se lo llevó, yo me fui para la casa, la camisa y el pantalón más rotos de lo común, ensangrentadas las prendas, mi mamita se asustó mucho y me preguntó que había pasado.?, le conté lo sucedido y luego con el tiempo nos dimos la mano Luis y Yo, pero la amistad continuó de larguito.

 

Como repito, volví a trabajar con don ("Queco") Sandí, con más dedicación y experiencia, por lo que me dedicaba a la siembra de legumbres y hortalizas, me ganaba unos cinco colones semanales.

 

Después doña Flor consiguió un contrato con los trabajadores de Jardinería La Rosa Linda, una empresa enorme con muchos empleados, todo lo que producía era para exportación, "flores, hortaliza, legumbres, entre otras", se encontraba en los alrededores del cementerio de ("Los Pobres") o Zúñiga, mejor dicho, el Cementerio se encontraba dentro de la finca La Rosa Linda.

 

El negocio de mi mamá consistía en la venta de café, empanadas, cajetas, algunos emparedados, almuerzos y fresco; el negocio era próspero, pero como todo, un buen día llegó a su fin, por una desgracia que me ocurrió.

 

Un sábado que iba todo contento a la Rosa Linda, con una bicicleta - americana- que compró mamá en una venta de garaje, casi regalada, bajando, se me enredó la cadena en el ruedo del pantalón y fui a chocar contra el portón de la entrada al cementerio Zúñiga.

 

-        salieron las empanadas, cajetas, frescos, emparedados y almuerzos, volando.

 

-        Me quedé sin bicicleta porque iba muy rápido jugando de intrépido, con muchos raspones en las manos, codos, rodillas, en la cara y las costillas un poco averiadas.

 

-        Lo que quedó de bicicleta me lo eché al hombro como pude, llegué a la casa, pase varios días todo adolorido y poniéndome paños de agua tibia, vinagre y una pomada que consiguió mi viejita.

 

Seguí ayudando a una vecina en la recolecta de café, huevos de gallina que hacían su postura en el cafetal, doña ("Chola") Flores, tenía un hermano que vivía en un aposento atrás de su casa, don Eloy Flores, apodado ("Cachivache"), tenía un aspecto cadavérico, poco salía, y cuando uno se portaba mal, le decían:

 

-        "i... ahora si, ahí viene cachivache...¡"

 

Tuve la dicha de caerle bien a doña ("Chola"), hasta le ofreció a mi mamá alquilarle por una cuota muy cómoda una casa de adobe que tenía desocupada, grande, con muchos aposentos; nos trasladamos en cuestión de minutos, ya que distaba de la casa de don Genaro a unos cincuenta metros.

 

-        La acicalamos lo mejor que pudimos, en colores blanco y azul, una cal que nos regalaron y una planta llamada "azul de mata"...

 

-        "¿pueden imaginarse cómo me sentía yo en esa casa...?,

 

-        como gente adinerada...¡

 

-        "ricachona", no me faltaba comida, ropa, zapatos que me regalaban.

 

-        mamá se las ingeniaba para moldearla a mi cuerpo, toda la cosía a mano.

 

Comencé a ahorrar algunos cincos en un chancho de barro, producto del trabajo y me compré mi primera mudada.

 

-        Unos Jeans marca Jessy James, negros, una camisa a cuadros y unas botas de hule con forro, con tacón cubano.

 

Así conocí a mi primera pretendiente con once años y medio de edad; resultó ser prima hermana de uno de mis compañeros de escuela, de cuando en vez dizque se dedicaba a caminar la muchachita por mi Barrio, pasaba por el frente de mi casa, no sabía en cuál casa vivía yo, lo malo es que mi compañero le dijo que mi casa era una con grandes vitrales, color amarilla, de corredor volado, con plantas de tabacón, hortensias, mano de tigre y unas lindas mecedoras, por supuesto que no era mi casa, esa era la de doña ("Chola"), por lo que tenía que esconderme cuando sentía su presencia o algún "amigo", me alertaba, porque la jovencita era entre clase media y alta.

 

Me gustaba mucho bañarme en tas pozas.

 

-        Aprendí a nadar con un calabazo, en la poza llamada ("El Chumico"), ubicada arriba en los Altos de Lotes Perú.

 

-        Nos bañábamos en calzoncillo los varones y las mujeres en calzones, no existía malicia alguna.

 

-        Muchos años después una de las chiquillas que se bañaba en calzones en la poza, fue mí novia por más de un año.

 

-        Mi mamá que me advertía do los peligros, de que no me alejara de la casa, de lo contrario salía leñateada, me le escapé un día y, me fui a bañar a una poza que hicieron mis parientes, donde la Tía abuela Cristina Morales Jiménez, (Tinita. Q.d.D.g.), estaba con mis primos en la poza en el límite entre San Rafael y Escazú, donde se encuentra hoy el ya mencionado restaurante El Samurai, donde nací, en una casona de adobe, esquinera, frente a mis familiares maternos, la tía Tínita, mi abuela Francia Morales Jiménez ( Q.d.D.g.), mi hermano, tíos y primos.

 

-        Feliz disfrutaba de un chapuzón cuando me sorprendió mamá, y va la regañada;

 

-        Marvin: que le he dicho a usted sobre las pozas...?, me agarró y me pasó por todo el centro de Escazú, por el frente de la casa de mi pretendiente... hasta la casa me llevó en calzoncillo; Santo remedio... (***)

 

Lo último que me pudo pasar, por mi inocencia..., fue un día que me regalaron una llanta; de chapulín.

 

-        Casi no me la aguantaba, le pedí a un vecino que me ayudara a llevarla a la pulpería de don Elías Flores, tardamos casi diez minutos en subir, cuando por lo general en cuatro minutos estaba uno en el negocio.

 

-        Compré un pan, y le dije a Rafael León Ángulo, que era unos dos años mayor que yo, (Q.d.D.g.)

 

-        "Rafel" Pa’ llegar más rápido echémosla a rodar..., y cuando tomó impulso esa llanta, quién la iba a parar...?, quebró unos diez tubos de cañería de los vecinos y gracias a Dios no venía nadie por la calle, porque las consecuencias hubiesen sido trágicas...

 

-        Luego nadie supo quién o quiénes fueron los traviesos.

 

-        No nos dio el maní..., jamás pensamos en que el vecindario se quedaríamos sin agua unos dos días, mientras reparaban toda la tubería, que se encontraba expuesta al aire libre a la orilla de las propiedades.

 

Casi tenía los doce años de edad cuando apareció nuevamente mi padre, don Alfredo, no vivimos más de tres meses después de su retorno, cuando nos dijo mi progenitor, "... nos vamos para San Antonio de Escazú...!, y como siempre una noche llegó el finado Nato León (Q.d.D.g.), cargó los "chunches, cherevecos o chécheres", y vamos a conocer La Calle Campana, situada al extremo este del centro, al pié de un potrero empinado, en otra casa de don Daniel Mena, allí inicié una nueva vida.  Tenían sólo un nieto llamado Orlando, como de mi edad, por lo que entablamos rápidamente una media amistad.

 

-        Nos íbamos a volar flecha a! Potrero;

 

-        Me gustaba mucho el lugar por solitario, y la cantidad de árboles maderables, y frutales, había caña dulce, -blanca o rayada, muy suave-, mangos, nísperos, jocotes, cases, guayabas, guabas, zapotes y guisaros... obviamente teñía derecho a disfrutar de esas delicias...!, con medida, y como era el amigo del nieto de don Daniel Mena y de Engracia León, (Q.d.D.g.), e inquilino, no tenía problema alguno.

 

Una noche me desperté asustado por un tremendo golpe que me dieron en el pecho, entre las diez y doce de la noche aproximadamente: un sapo enorme fue el que me cayó, se había metido por entre las tejas, ya que había un paredón a la altura de la pared de la casa y el alero estaba al mismo nivel, donde iniciaba el cañal.

 

-        tremendo susto me llevé

 

-        desperté a mis papas y encendieron la canfinera para ver qué sucedía...?, cuando vi el "sapón", casi me da un patatús, saltó y luego a escobazos lo sacaron de la casa.

 

Ahora que menciono la canfinera, en época de los sesentas, no existía el fluido eléctrico, no fue sino hasta los setenta que recuerdo cuando muchas casas ya se alumbraban con bombillo.

 

De casa de la familia Mena León nos trasladamos al centro de San Antonio, a casa de don Rubencio Corrales (Q.d.D.g.), una enorme casa de adobe, allí me sentía mucho mejor, pasaban por el frente de la casa las primeras motocicletas, los primeros automóviles y la "cazadora" o bus, carretas, caballos, era la vía principal, casi tenía los trece años de edad, ya me dejaban ir a visitar mis familiares a San Rafael, podía quedarme pernoctando los fines de semana, y los lunes me iba directamente para la escuela, igualmente ya podía bañarme en las pozas, con mis primos, hacer diabluras en los potreros, cazando ardillas, pájaros, pescando, barbudos -tiburoncito de agua dulce - guapotes, mojarras, cogiendo cangrejos, y hasta muchas veces por largo período, nos dedicábamos a comer lo que cazábamos o pescábamos, unos conseguían culantro, otros cebolla, chile dulce, sal, papas, chayotes, y hacíamos unas sopas...!, como para resucitar un muerto..(***), hasta arroz con cangrejo comimos muchas veces que ni en un restaurante moderno puede darse uno ese lujo, hoy en día.  Hurtando un poco de todo eso donde la familia Segura Seco y la familia León Camacho, para sobrevivir, era mi modus vivendi.

 

No había terminado la primaria cuando en una trifulca entre papá y mamá, intervine y tomé la decisión, no se de dónde cogí valor y le dije a mi padre, "papá: o se va usted a me voy yo...".

 

-        A mamá también le manifesté: usted decide, se quedaba conmigo o prefiere a papá...?; siempre decía que no podíamos convivir bajo el mismo techo, siempre fueron muchos los problemas, todo por el desgraciado licor de don Alfredo; en el pleito no me percaté que por ayudar a mi mamá y quitarle el cuchillo a mi papá, me corté en la palma de la mano, al verme mi padre sangrar, me dijo...(***), ("Negrito...", le prometo que mañana muy temprano ve voy, los dejo en paz, estaba muy ebrio, pero, cumplió lo prometido...

 

Ayudaba a mi mamá en los quehaceres del hogar y de vez en cuando iba a recolectar café con ella, así cumplí los trece años de edad, salí graduado de primaria casi a los catorce años de edad, de la Escuela República de Venezuela Número Dos, hoy conocida como ("Benjamín Herrera Ángulo").

 

Mi progenitora me matriculó en el Liceo de Escazú, recién se había inaugurado en ese año, donde se ubicó después la Municipalidad de Escazú, fui dos meses únicamente, el año entrante, me tocó en la segunda planta, y no me gustó.

 

Seguí recolectando café y decidí un día ir a la capital -San José-, a aventurar, quería estudiar mecanografía, me matriculé en la Escuela Smith Corona, muy cerca del Hospital San Juan de Dios, allí estaba en la primera planta la terminal de la Station Wagon de Alajuela, lo que en épocas pasadas fue la Funeraria Polini, me cuenta mi mamá.

 

Una noche salía de clases, cuando un compañero de unos veintidós años de edad, se me acercó y me dijo: "...¡No le gustaría trabajar como mensajero y conserje en Tienda La Sedería...!"; no recuerdo el nombre del compañero y... luego "... mi jefe..." en la Tienda.

 

Me apersoné al día siguiente, la tienda se ubicaba al costado sur del mercado central, sus dueños eran unos polacos, libaneses o judíos, no recuerdo su nacionalidad, de nombre Max Teittelbaum y doña Marta su esposa: don Max me presentó con el personal; y de una vez me quede trabajando, ese día empecé limpiando la entrada principal, las vitrinas y el pasillo principal, hice algunos mandados en el Mercado.  Un día me mandó llamar don Max, yo me encontraba en la planta alta.

 

-        Me dijo en tono enojado, ... Marvin...!, "¿que hace tanto allá arriba...?". Le respondí: Vamos don Max, suba conmigo, habían baldes plásticos de cinco galones llenos de botones de todo color, o sea revueltos, las telas desordenadas, en mis ratos libres yo escogía los botones, los seleccionaba y echaba en otro bache, acomodé las telas, de manera tal que había mucho espacio y todo limpio, me abrazó el jefe y me dice: ("bajemos"), llamó al personal y le dijo;

 

-        Este muchacho merece un aplauso, quiero que suban a la planta alta y vean lo que logró.  Amén de que, de en hoy en adelante quiero que lo enseñen a cortartelas, que aprenda el nombre y variedad de las mismas, porque será otro vendedor más en la tienda.

 

Habían pasado poco más de dos meses, cuando le llegó a don Max una carta con una mala noticia, debía irse con urgencia a su país, con su esposa e hijos, y me dijo que regresaría, cerró el negocio un sábado, me pidió la dirección de mi casa para cuando regresaran volviera a trabajar en su tienda, estaría unos cinco meses fuera.

 

-        Me canceló mis derechos laborales.

 

-        Nos quedamos todos los empleados sin trabajo.

 

Me fui con mi tía Tinita al Costa Rica Tennis Club, a ayudarle en la Soda, durante cinco o seis meses estuve con ella; en algunos ratos que los socios jugaban tennis, me iba a juntar bolas y aprendí el oficio, posteriormente hasta raqueta y bolas tuve, jugué con muchos jóvenes que llegaron a ser grandes en el campo del Tennis.

 

-        Ah, y me llegó la carta de don Max, pero nunca me la entregaron, no dieron razón de mi existencia.

 

-        La carta fue devuelta y no supe más de don Max, ni de esposa.

 

Me encontraba una noche comiendo, cuando me dice mamá, ("negrito"), creo que en estos días nos vamos de esta casa, y efectivamente de donde Rubencio Corrales, nos fuimos a Barrio el Carmen, a casa de don Abel León Bermúdez, fuimos a conocer la casa, si se le podía llamar así, era tipo rancho, de madera viejita, sin pintar, una puerta un poco deteriorada por el tiempo y una ventana de madera pequeñita, parecía de juguete, con tres aposentos en miniatura, y para colmo de males, a cambio de la renta, mamá tenía que lavar, planchar, preparar el almuerzo, comida, y desayuno para don Abel y su hermano Benigno; ellos vivirían en la misma casa, nos traslados dos días después, mamá y yo dormíamos en un aposento, en el otro los hermanos León, todo se tiznaba porque el techo estaba muy bajo, y al cocinar con leña, el humo algunas veces quería asfixiarnos.

 

Don Abel trabajaba en la Municipalidad de San José, era barrendero, y los fines de semana en el patio forrado con unas latas de zinc tenía una bodega donde fabricaba guitarras, violines, mandolinas y guitarrones.

 

("Nino") su hermano, fabricaba canastos y padecía mucho, su salud empeora día con día, decían que tenía pulmonía.  Pidió que se le hiciera un aposento aparte, al lado arriba de la casa y como se pudo se le cumplió el deseo.

 

Así vivimos varios años y un día me dice don Abel, "... Marvin"... repare esta casa a su gusto, yo le ayudo y se la vendo dentro de un tiempo si me sale un negocio que tengo entre manos con una finca en Cimarrones de Siquirres, Limón...".  Le dije a don Abel que estaba bien, que algún día la propiedad sería mía...(***).  Comencé la ampliación y remodelación, duré muchos años en eso, mientras tanto ya había dejado de ayudarle a la tía Tinita hacia pocos días.

 

Un fin de semana llegó mi primo Marco Antonio Casanova Trejos y me dice: "mi pri...", le tengo un buen brete...!, es en un bufete de abogados, lléguese el lunes temprano, así lo hice, me presenté a la oficina del Licenciado Jaime Cerdas Mora, en los altos del Restaurante La Esmeralda, costado norte de la Catedral Metropolitana, donde sólo Mariachis encontraba uno a cualquier hora, en cualquier día.

 

Me dio empleo de mensajero, era un abogado muy bravo, tenía mucha clientela, hasta "indígenas" conocí en esa oficina, venían desde Talamanca, Limón.

 

No duré el año, porque un sábado al medio día me dijo: Marvin..." aquí tiene la carta de despido, venga la otra semana para cancelarle sus extremos o derechos laborales; fui despedido sin razón alguna según yo, y entonces conseguí trabajo unos días en el Restaurante La Cascada en San Rafael de Escazú y otros en El Chicote, en Sabana Norte, con los hermanos Fumero.

 

Andaba con los catorce, casi quince años de edad, fui jefe de bodega y de conserjes, tenía tres empleados al mando mío.

 

Me sentía acosado por una cocinera que siempre que iba a bañarme me decía, mi amor..., lo acompaño, yo quiero restregarle ese bello cuerpecito que algún día será mío.

 

-        Tenía unos veintiocho años de edad la cocinera.

 

-        El parrillero, un hombre grandote, me decían que era homosexual, todos los días me preparaban buen desayuno, almuerzo y algunas veces comida.

 

-        Me vivía diciendo que yo ere un joven bien parecido.

 

-        Dichosa tu novia..., y se marchaba a sus deberes..., nunca me faltó el respeto como sí lo hizo la cocinera que mejor no cuento, porque no es recomendable para menores de edad.

 

A los seis meses me volvió a buscar mi primo Marco Antonio y me dijo: primo, otra vez don Jaime Cerdas necesita mensajero, y como yo quedé con la espinita, con esa inquietud del por qué me había despedido..., fui y hablé con el Licenciado, me manifestó que con gusto me emplearía de nuevo, pero, que yo no era persona de confiar, no podía darme el empleo; don Jaime déjeme defenderme, tengo derecho a una explicación de su parte.

 

-        Diga usted me replicó: le pregunté, por qué dice usted que yo no soy persona de fiar...?, siempre donde he trabajado, lo hago con entereza, con honestidad, soy persona muy agradecida y mi mamá me enseñó e inculcó muchos valores..., soy pobre, pero honrado.

 

-        Vuelve y me dice: Vea Marvin..., el problema es que Mena quien tiene muchos años de trabajar conmigo me dijo que usted se dejó algunas platas que clientes me dejaban cuando yo estaba fuera del bufete.

 

-        ah no don Jaime, eso si que no, tráigame a ese carajo, y delante de él me vuelve a decir eso, pues, por eso me despidió usted...?,

 

-        Bueno muchacho vuelva mañana, Mena viene temprano...

 

-        Volví a la mañana siguiente, y me dice el don, ya llamé a Mena, no está en la casa, me dijo el papá que ya venía para la oficina, esperé en la sala, allí estuve en la sala de espera, cuando entra un cliente me preguntó si el abogado estaba, le respondí afirmativamente..., desde adentro la voz de don Jaime se escuchó fuertemente, pase..., el cliente entró habló con el licenciado.

 

-        Minutos después me dijo el cliente diceJaime que venga..., delante del cliente y de mi persona marcó un número telefónico don Jaime, yo lonotaba muy enfadado, cuando alguien al otro lado de la línea le contestó, nada más se dejó decir..., dígale a ese h...p..., que lo voy a matar si se arrima a la oficina, llamó a otro hermano y le dijo que no quería ver nunca más a ese malagradecido; como Mena estaba terminando su tesis de grado, que yo recuerde no volvió.

 

-        Yo me quedé trabajando, y fue así como me enteré que para el Licenciado yo era el malo de la película...

 

Con don Jaime, trabajé de mil novecientos setenta y dos hasta mil novecientos noventa y tres, el once de noviembre que falleció, (Q.d.D.g.).  Pasé a ser su mano derecha; él fue mi segundo padre, me dolió, me duele y seguirá doliendo su partida, se que partió al más allá, pero, continúa vivo en mi mente, corazón, siempre lo tendré presente como un hombre extraordinario, recto, humanitario como pocos hombres podrán existir en la Costa Rica de Hoy, con sus virtudes y sus defectos, un hombre insigne, luchador de las clases socales marginadas.

 

-        Me ayudó muchísimo; gracias a este gran hombre hoy soy lo que soy...

 

Don Jaime Cerdas fue fundador del Partido Comunista Vanguardia Popular, viajó o China, Cuba, la Unión Soviética, y otros países, fue sindicalista de los de verdad; lo fundó junto con su primo Manuel Mora Valverde, con quien por razones que no quiero mencionar aquí, terminó enemistado, hasta llegar a desconocerlo como primo, a odiarlo,- al igual que a Amoldo Ferrete y, a Humberto Vargas Carbonel y otros más para no citar nombres.

 

Fue fundador junto con su hijo Rodolfo Cerdas Cruz, del partido socialista Frente Popular Costarricense; la bandera que usó el partido era azul con una estrella roja.  Yo me integré a las filas del movimiento juvenil, entre otros militantes que recuerdo de mí época estaban Antonio Álvarez Desanti, Luis Alberto Monge Fernández, los hermanos Chaves Cernas, entre muchos otros.  Participé en mitines, reuniones que me gané un puesto como candidato a Diputado por San José, en mil novecientos setenta y ocho; ayudé mucho en la campaña política a José Pablo Azofeifa Camacho -hijo del ilustre filólogo don Isaac Felipe Azofeifa -(Q.D.D.g.), Quien iba en el primer puesto por la provincia de Puntarenas, igualmente ayudé a Fernando Bolaños Céspedes, catedrático, doctor en Derecho Laboral, candidato por el primer lugar por la provincia de Limón, seguros todos los militantes del partido -más quinientas personas allegadas- de que de que lograrían con Rodolfo Cerdas, ocupar un puesto al primer Poder de la República.  Trabajamos arduamente por los tres, entre algunos de ellos me acuerdo de, don Jaime Cerdas Mora, el ex sacerdote Carlos Muñoz, Eduardo Doryan Garrón, su familia, José Joaquín Carrillo Soto (Q.d.D.g.), Mario Piedra, Mario Sampér, Marjorie Ross González, Leda Abdalá, María Eugenia Trejos, Jesús Calderón, Manuel Leitón Valverde, Alvaro Escamilla, Alessandro Tossati, Luis Alberto Jaén, Ezequiel Solano c.c (Chequelo); Jaime Allen Flores, unos (as), Salvatierra, Convertí, Villarreal.

 

Otros que no menciono, hoy son Honorables Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, jueces, ingenieros, médicos, arquitectos, escritores y expertos en Ciencias Políticas.

 

Obviamente no llegué a ser diputado, solamente Rodolfo, sí salió por Corredores, Ciudad Neily, Puntarenas, Custodio Arias Ríos, como Regidor, y por Acosta otro cuyo nombre y apellidos no me viene a la mente.

 

Ya para mil novecientos ochenta y uno, el Frente Popular Costarricense había desaparecido, y nació el Partido Nacional Democrático, bandera anaranjada y blanco; mi último partido político con los Cerdas; fue un giro radical de trescientos sesenta grados, que incluso don Jaime no estuvo muy de acuerdo con el cambio, se discutió en muchas oportunidades antes de dar el saltó político, pero habían cabezas pensantes que recién ingresaban como militantes, y ni modo.

 

De repente aparecieron unos militantes Guanacastecos, lo que llamábamos una célula, con una base abierta en Nicoya.  Volvieron a insistir con los candidatos por Limón y Puntarenas, por San José, Eduardo Doryan, por Heredia un señor Rosabal, y por Guanacaste el hijo de mama, desconocía yo mi nombramiento, estaba trabajando en Corredores con José Pablo Azofeifa, en unas fincas con unos parceleros, cuando regresamos me dieron la sorpresa y, a pesar de que encabezaba la papeleta por dicha provincia, no moví un dedo, ni me dejaron moverlo, políticamente hablando.

 

-        Trabajé otra vez con Fernando en la provincia caribeña y al final con José Pablo en el Puerto.

 

-        Del viaje a Corredores, Ciudad Neily, a donde los parceleros, tengo que contar que al regreso, llegamos a Pérez Zeledón y quedamos a la orden del Juzgado Penal, con arresto domiciliario, en una casa de la mamá de unos de los militantes del partido, todo porque estaba muy nublada la tarde, de repente oímos un ligero golpe, paramos y vimos un bulto atrás, habíamos atropellado un motociclista, fue traslado en ambulancia al Hospital, de San Isidro de El general, y mientras era investigado el caso, el Juez ordenó el impedimento, para que no nos diéramos a la fuga, era viernes, pasamos varios días en San Isidro, el miércoles por la noche nos llegó el dinero de por encomienda, llegamos a un arreglo extrajudicial con el atropellado; no me pude quejar del hospedaje, la comida, hasta ropa nos prestaron.

 

-        por esos años ya este prójimo fumaba y como no teníamos ni un centavo en la bolsa del pantalón, esperamos la noche, y en el parque recogíamos las colillas de cigarrillos y con papel de pan hacíamos nuestros cigarrillos y  de esa manera saciábamos el vicio; nos tuvimos que presentar ante el juez lunes, martes, miércoles y el jueves felizmente regresamos a San José.

 

-        Ese jueves en la noche en el local del partido me dieron la noticia de que era candidato a diputado y encabezaba la papeleta por la provincia de Guanacaste.

 

-        Fue una época muy linda, entre huelgas, mitines, discusiones políticas, intercambio de ideas, luchas constantes con personas que no tenían tierra, ni casa, logramos conseguir tierras en Buenos Aires, y Barranca de Puntarenas, la Juanito Mora y otras viviendas que se encuentran en el Roble, se logró a través de vivienda campesina o precarismo, hasta que llegó el día de las tan ansiadas elecciones de mil novecientos ochenta y dos; yo hice el cierre de mesa como Fiscal general, en Corredores, nos dieron casi la media noche.

 

-        A primera hora nos trasladamos a San José, a esperar los resultados y sorpresa, fue un fiasco, nadie logró la diputación con lo que se trabajo en Limón, daba gusto ver todo un pueblo embanderado, igual Puntarenas, no fue suficiente la ardua labor proselitista desplegada por los candidatos y sus ayudantes de campaña; estábamos seguros de que Fernando y José Pablo serían diputados..., y tal vez por residuo saldría por San José, Eduardo Doryan, pero no se logró el cometido.

 

-        El hijo de mama..., Marvin Chamorro, recuerdan...?, "era candidato por Guanacaste...", por un pelo no llegué a ocupar una curul...; me decían..., Marvin: "que lástima si hubiera trabajo en su provincia unos días, por lo menos durante la campaña política, tal vez estarías en la Asamblea Legislativa...(***).

 

Ese año desapareció el Partido Nacional Democrático y pasaron años y decidí probar suerte en el Partido Unidad Social Cristiana, con tan mala suerte, que dependía de mi persona quién ocuparía el segundo lugar en la papeleta para Regidores, porque estaba fraccionado el Comité Cantonal en Escazú, eran dos grupos, había que elegir entre mi persona o Jacinto Solís -("Chamillo")- por lo que renuncié para cederle mi Campo en las elecciones noventa y cuatro - noventa y ocho.

 

Dios sabe por qué hace las cosas, no llegó Jacinto a ocupar un lugar en el Gobierno Local.

 

-        Un partido que participó por primera vez, Yunta Progresista Escazuceña ocupó cuatro puestos en el ayuntamiento.

 

-        Y por razones personales no quise volver a participar más en política.

 

Volviendo a los años setenta, un día don Jaime Cerdas, me pidió que me sentara porque quería hablar seriamente conmigo.

 

-        Me dijo: Marvin: si usted no continúa los estudios, no lo voy a necesitar más, busco otra persona preparada, aquí yo no quiero vagabundos..., y mi respuesta fue muy sincera, don Jaime no cuento con recursos económicos suficientes, para estudiar...

 

-        Eso no es problema, matricule y cuando tenga que pagar me avisa, lo hice, me canceló la matrícula, me compró los libros y cuadernos de la lista que me dieron en el Colegio Nocturno Justo Facio.

 

-        Me aumentó el salario e inicié los estudios de secundaria y cursé en ese colegio los cinco años hasta obtener el título de bachiller.

 

Cuando me entregaron el título de bachiller lo primero que hice fue mostrárselo al gran Jefe..., me felicitó, me abrazó y dijo...! esto tenemos que celebrarlo...¡

 

-        El fin de semana nos fuimos a almorzar a La Perla, y comenzamos a tomar whisky que en mi vida me había metido una borrachera como esa...

 

-        El sábado continuó la celebración con un almuerzo que me tenía preparado su esposa doña Olinda Cruz López, y siguió la tómatinga, y decía doña Olinda..., ay Jaime la estas tomando en serio, vos jamás has tomado de esa forma...; "o fea", no ves que sólo una vez se obtiene un título, y Marvin lo logró... (ese "o fea",- era por lo de Olinda).

 

Continúo hablando de los años setenta y dos - setenta y tres, me dio por comprar unos zapatos muy finos, piel de lagarto, cosidos, los estrené una tarde de domingo que fui a una Discoteca "Shalakos", y el lunes para impresionar un poco a mis compañeros y amigos de otros bufetes, los llevé para que los vieran, al ir en la tarde camino a mí casa, como a las cinco y media, estaba lloviznando, al cruzar la calle, corrí y cuando llegué a la otra acera, en la avenida central, unos veinticinco metros al oeste de la famosa Tienda La Esquina del Ahorro, el piso era de mosaico, oigan... "caí acostado, me fui resbalado y me le metí entre las piernas a una señora que por allí pasaba, y fuimos a dar hasta la puerta de un negocio de un abogado Llubere...", como pude me la quité de encima, le pregunté que si le había pasado algo... y, con la mirada casi me mata, en puse en pié y dije, ... aquí es patitas para que te quiero...¡  Yo no sabía que los zapatos con suela de cuero cuando llovía era como andar como lora en mosaico, o con jabón en la suela...(****).

 

Recuerdan que hablé de que don Abel, me vendía la casa...?, conseguí un préstamo y le compré la propiedad en la irrisoria suma de dieciocho mil colones, en mil novecientos setenta y ocho.

 

Pagué la deuda de la compra de la casa, y como don Abel se había ido para Cimarrones, con mi familia lo fuimos a visitar, me ofreció vender un lote, ya que tenía unas treinta hectáreas, mi tío Orlando Trejos no lo pensó dos veces para preguntarle el precio, y el lugar donde segregaría el lote, nos pusimos de acuerdo, nos dio el precio, treinta mil colones, nueve hectáreas, compramos por partes iguales, mi abuela Francia, mamá, mi hermano Tony, y mi tío Orlando.  Siete mil colones cada uno, una tierra que al final de cuentas, tres años después quedó abandonado, la regalamos con todo y la casa que habíamos construido; nadie quería trabajarla, yo no podía ir a menudo, teníamos que caminar de la carretera principal hora y media hasta la finca.

 

-        Luego don Abel vendió su finca y se fue para el centro de Cimarrones donde falleció en mil novecientos noventa y ocho ( Q.d.D.g.).

 

-        Su hermano "Niño", murió muchos años ates.

 

Por aquel año de mil novecientos setenta y ocho, no lo pueden creer pero no conocía a mi abuelo materno Miguel Angel Trejos Barrantes, él se fue a la Barra o Desembocadura del Río Pacuare, cerca de los Canales de Tortuguero, compró un terreno de doscientas hectáreas en los años cincuenta, y se fue a internar a esas montañas vírgenes, abandonando a mi abuela Francia Morales Jiménez, mi tío Orlando, la tía Aracelly y a mi progenitora Flor, desde entonces nadie sabía nada del abuelo; según mi abuela el tío tenía tal vez unos ocho años de edad cuando se perdió el abuelo, lo creían muerto.

 

Un día de tantos llegó un muchacho a San Antonio de Escazú, preguntando por la familia Trejos Morales..., dio con la abuela, le contó que venía de parte de Miguel Trejos, él era su hijo o hijastro (nunca supimos), el asunto es que e abuelo estaba vivo y quería que fueran a visitarlo...

 

-        Se reunió toda la familia y por la sorpresa murmullos iban y venían...

 

-        Será que el abuelo va patear el balde...?, tal vez nos quiere heredar, qué sabe uno...¡

 

La cuestión es que se fueron la abuela, mi tío Orlando con su compañera Teresa Gómez, mi mamá, mi hermano Tony, el primo Marco Antonio y su novia Terry..., por espacio de dos meses aproximadamente...

 

Mamá regresó al mes, con una carta escrita por Tony, dirigida a mí.  En ella me contaba que era una jungla, como en las películas de Tarzán, que debía irme lo más pronto posible, porque no sabía de lo que me estaba perdiendo.

 

Me contó mamá que el abuelo en una borrachera con guaro "chirrite o contrabando", de la contentera, sacó una carabina que tenía bien guardada y empezó a disparar a lo loco..., por poco mata al tío que le pasó cerca una bala.

 

Me contó que el abuelo no quería saber nada de la familia porque le habían dicho las malas lenguas que mi abuela Francia vivía hacía muchos años con un hombre menor que ella.

 

-        Resulta que ese hombre era Orlando Trejos, no era su amante como se lo contaron: el tío siempre veló por la abuela y gracias a ella, por su inteligencia, Orlando ahorró y compró varias propiedades en San Antonio.

 

En esa jungla se pierde hasta la noción del tiempo, no se percató el abuelo que habían pasado ya más de treinta años; luego fue fiesta, guaro, comida, cuando todo se aclaró, destazó una danta el abuelo y se la comieron asada.

 

-        Después entre todos hicieron dos ranchos con caña de bambú y techo de paja, ya no querían regresar a la civilización...

 

Con mamá vino su hermano o hermanastro Julio.  El se regresó dos días después a Pacuare, con él le mandé decir a la familia que solicité las vacaciones y me los concedió el gran Jefe.

 

-        Un sábado abordé con mi mamita a las cinco de la mañana el primer bus para San José.

 

-        A les seis y media estaba sentado en el bus de Siquirres- Limón.

 

-        A las once estábamos en Siquirres, y de allí abordamos otro bus que nos llevó a El Carmen, llegamos a la una y media, nos vajamos y caminamos unos seiscientos metros hasta el río.

 

-        Allí estaba un bote esperando la gente que iba para Freeman Uno y Freeman Dos.

 

-        No cabíamos todos en el bote, por lo que le dije a mamá que no se preocupara, de todos modos mi primo Marco Antonio y mi hermano Tony llegaban a mi encuentro.

 

-        No habían pasado quince minutos cuando oí los gritos, la algarabía, aparecieron con Julio.

 

-        Un señor me ayudó a cruzar el río en un pequeño bote al otro lado.

 

-        Fueron abrazos, saludos efusivos, y comenzaron a contarme todas sus anécdotas vividas en su poca estancia

 

-        Iniciamos lo caminata, llevábamos una media hora de camino por un trillo, me decían tenga cuidado aquí hay muchas serpientes venenosas como la terciopelo, cascabel, bocaracá, en los árboles de cacao se camuflan, allí se confunden con las hojas y el fruto; más adelante a unos cuarenta y cinco minutos escuchamos un estrepitoso ruido,... quietos, nos dijo Julio..., esperemos a ver qué es..., y en un trecho limpio pasaban una manada de tepezcuintles, calculo unos cincuenta; en mi vida ojos vieron cosa semejante..., tantos animalitos juntos...; vi loras, pericos, pisotes y como se hacía tarde, se le vino la gran "ideota..." a mi primo Marco Antonio.

 

-        Que la única manera de llegar más rápido a la finca del abuelo, era construyendo una balsa de yute- vástago-, con caña castilla.

 

-        Y de veras, manos a la obra..., con los cuchillos de veintiocho pulgadas que traían cortarnos una diez cañas de unos dos metros de largo y ocho vástagos de dos metros, incrustamos entre los vástagos las cañas y con tiras del mismo yute fuimos haciendo una especie de trenza de manera que la balsa quedara bien fuerte; ancha, seguros que yendo los cuatro río abajo resistiría el trayecto, según los grandes conocedores de la zona en pocos días.

 

-        A Julio le pareció interesante la novedosa idea, a pesar de ser originario del lugar.

 

-        Tardamos más media hora en construirla, la arrimamos y la bajamos con cuidado al río, Julio cortó cuatro cañas de unos cuatro metros de largo y nos dio una para que guiáramos la balsa según él.

 

-        Nos lanzamos a la aventura, en segundos la balsa cogió una fuerza increíble por la corriente del río, yo creo que íbamos a unos cuarenta o más kilómetros, en algunos trayectos sin mentir calculo alcanzaba los setenta kilómetros y nos empezamos a encomendar al Señor, empezamos o sentir miedo, pero, no dábamos el brazo a torcer, cada uno quería mostrar valentía, yo trataba de tocar fondo y nada, íbamos a la mano de Dios...

 

-        Como una hora después en una pendiente donde el agua se remolinaba chocó la balsa en una enorme roca que la hizo añicos, salimos volando y chupulún, de consumida, cuando logramos salir a flote cada uno buscó cómo llegar a la orilla del río, tenía tal vez cien o más metros de ancho, logramos llegar a la orilla unos al margen derecho y otros al izquierdo.

 

-        Un señor que se disponía cruzar el río al margen derecho, pasó a Marcos y a Julio, en su pequeño bote, el señor nos dio una regañada por esa peligrosa odisea, que para entonces nadie lo había intentado, no le pasaba por su mente semejante proeza; una y otra vez con sus gestos repetía, no lo puedo creer..., si este río tiene partes de quince metros de profundidad, hay cocodrilos y otros bichos peligrosos y más abajo aunque no lo creyéramos tiburones.

 

-        Ya eran pasadas las cinco y media de la tarde, le dimos las gracias al señor y nos aconsejó que no volviéramos a poner en riesgo nuestras vidas, porque éramos unos chiquillos y que si no corríamos en quince minutos más nos daba de noche.

 

-        Encontramos el caminillo. Julio se guió por unos árboles y nos señaló que por allí cerca estaba el caserío de Freeman Uno...".

 

-        De cinco ranchos se componía la barriada...", eran familias trabajadoras de la bananera..., nos arrimamos a un ranchito donde Julio tenía un conocido, apenas nos vio nos pasó adelante y nos invitó a comer arroz frijoles, plátano verde y huevo frito, con aguadulce, y allí pasamos la noche, le contamos nuestra aventura y por poco le da un paro cardiorrespiratorio.

 

-        Por Dios... eso no se hace en este río tan caudaloso, con el agua de estos lados no se juega..., era conocido con el mote de ("Jupón"); se admiró de saber que ("Morrocoy"), como era apodado mi abuelo, tuviera familia que él no conociera.

 

-        i... hombre..., yo creí que solo estabas vos Julio...!

 

-        Nos prestó unos sacos de gangoche y en unas hamacas hechizas nos acostamos; me costó mucho conciliar el sueño por la ropa interior y el pantalón mojados, los zancudos, purrujas y las bichitas que se arrastraban, pero, a eso de las once pudo más el cansancio, no supe más de mi existencia hasta otro día a las cinco de la mañana que nos llamó don ("Jupón"), desayunamos lo mismo, nos pusimos la camisa ya oreada, (por dicha mamá se había llevado mi mochila), por lo que tuve suerte de no perderla al caer al agua el día anterior.

 

-        Ah, y los cuchillos quedaron en el fondo del río...

 

-        Nos despedimos de "Jupón" y casi a las seis de la mañana llegamos a Freeman Dos, continuamos caminando, el buen Samaritano nos advirtió cuando nos despedimos de él, que tuviéramos cuidado con el León, yo lo tomé como una broma, y a unos minutos de Freeman Dos, escuchamos un rugido, más adelante vimos unas huellas, nos toparnos un hombre de unos cuarenta años de edad, y nos pregunto que hacía dónde nos dirigíamos...?.

 

-        Julio le dijo... aquí nomás, a la Y Griega.

 

-        pues, tengan cuidado anda el León muy cerca y es peligrosillo...

 

A eso de las nueve y media de la mañana mi primo, mi hermano y Julio empezaron a silvar, y al otro lado del río a unos trescientos metros le respondían de la misma forma; pasamos un rancho abandonado, y al otro lado del río estaba toda mi Familia, un botecito viejito amarrado a una raíz de un árbol esperaba. Julio se montó, lo acomodó nos subimos y al fin estuve en el tan soñado lugar, fueron abrazos, risas, hasta llantos, les invadía la preocupación de no saber nada de nosotros desde el día anterior por el peligro existente en una zona prácticamente virgen, debimos llegar el mismo día anocheciendo, desconozco las razones por las cuales tardamos más de lo que debíamos, porque en ningún lado nos detuvimos, más bien hasta la travesía en balsa de yute, nos aligeró, bueno, "eso creo", pero en fin..., lo impórtame es que llegamos sanos y salvos...

 

Conocí al abuelo al que encontré en una corta de arroz a unos doscientos metros de su rancho, lo saludé, me abrazó y dijo:

 

-        ¡... muchacho me alegro de conocerte...

 

-        Sabe una cosa, usted tiene un cierto parecido a este viejo, cuando joven...

 

-        Me quedé un rato sin quitarle la mirada y me preguntaba que lo haría irse a una selva como ésta...?, porque sólo habiendo matado a una persona, me iría a vivir a ese lugar...

 

A eso de las once de la mañana la abuela nos sirvió el almuerzo, arroz, frijoles, plátano verde, tortilla, y un buen trozo de carne ahumada; por supuesto que era de danta...

 

-        El abuelo me regaló una ternera y ya toda la familia como repito, había sido heredada.

 

-        El martes ya medio dominaba el bote con el remo, por lo que me atreví con mi hermano a las cinco de la mañana ir en busca de camarones, el abuelo nos explicaba el mecanismo para sacar ese crustáceo del río.

 

-        Igual aprendí a pelar cocos, a volar machete ("-chapear-"); me dediqué a pescar, terminamos un rancho que el tío construía...

 

En esas montañas inhóspitas conocí toda clase de animales, como congos, serpientes, chanchos de monte, tigrillos, peces, etc.

 

-        No había visto en mi vida una culebra bécquer tan grande como la que mató el tío Orlando, medía unos siete metros y el cuero se lo quitaron y lo pusieron en un tronco a disecarlo, se había engullido un tepezcuintle y lo tenía casi entero cuando le dio muerte el tío...

 

Veintidós días pasé en la barra de Pacuare, los zancudos, las purrujas y mosquitos hicieron fiesta conmigo.

 

-        Dormía en un camastro con un toldo, desde el momento que llegué y vi los ranchos construidos en pilares, me decía a mi mismo, qué ganas de ver una creciente de río en este lugar.

 

-        Efectivamente unos días antes de regresar a mi querido hogar, una noche escuché un estruendo, luego de un aguacero con tormenta, casi no pude dormir del susto esa noche pensando que se podía llevar los ranchos la creciente y me decía el tío Orlando, mi hermano y primo, "mae" eso no es nada, espere que venga una cabeza de agua, nos van a juntar si es que queda algo de la familia..., al mar... al canal de tortuguero...

 

-        Me levanté y todo alrededor lo había arrasado el furioso río.

 

-        "¡... Al fin regresé a mi casa, no la cambiaría por nada del mundo, me levanté otro día como a las once de la mañana...!

 

-        Hice un recorrido por el barrio, visité mis amistades, los conté del paseo, tenía una novia, su nombre Rita Sandí Mora, - era la primera novia formal, nuestro noviazgo duró muchos, muchos años, aún sin el consentimiento de sus papás.

 

-        Ya la extrañaba, cuando la vi me llené de alegría, le dije que no tenía la idea de las malas noches que pasé en ese recóndito lugar del abuelo, les describí al abuelo, de cómo se vivía en esa jungla, de los peligros diarios que afronta el ser humano, de la crecida del río, la tormenta, la aventura de la balsa, creo que fuimos las primeras personas en la historia de Costa Rica, que vivimos la aventura de lo que hoy llaman el Carjack, o los rápidos...

 

No volví más donde el abuelo, la primera y última...

 

Unos años después muy enfermo lo trajimos unos días a San Antonio, no soportó ni una semana, por el frío y nos dijo que prefería irse a su tierra.

 

-        En mil novecientos ochenta y dos, el diecisiete de diciembre falleció.

 

-        Siempre hemos creído todos los familiares, que murió en manos homicidas.

 

-        Le robaron mucho dinero de la venta de ganado vacuno y porcino.

 

-        Nos avisó su amigo "Jupón" del deceso, lo trajeron a la Morgue, y de allí hicimos las vueltas, lo trajimos al Templo Católico de San Miguel Arcángel y le dimos santa sepultura en el cementerio Zúñiga o más conocido como el de "Los Pobres".

 

-        Fui a Limón, hice los tramites de su sucesorio y la abuela, los tíos Orlando, Aracelly y mi mamá recibieron el dinero que le encontró "Jupón" entre su axila bien prensado, en una bolsa plástica y la entregó al O.I.J., que fue la única herencia, era una parte del dinero, no todo.

 

-        Y de la finca, el ganado, los cerdos, caballos y otros animales que tenía el abuelo no supimos más...

 

De todas las andanzas entre política, trabajo y estudios, en mi loca juventud, conocí muchas muchachas, algunas las tuve de novias, y con dos tuve hija e hijo, nació primero Helen Chamorro Granados, y luego Johnnattan, quien no lleva mi apellido, no porque yo no quiera, sino por otras circunstancias.

 

-        Igualmente como ya lo habrán observado, de mi hermano no hablé, sino después de que yo tenía unos diecisiete años de edad.  El asunto es que mi hermano cuando tenía aproximadamente un año de edad, se lo llevó mi abuela Francia para Puntarenas, y no volví a saber nada de él, hasta los siete u ocho años, que regresaron a San José; yo creía que era tío mío, luego me explicaron la historia, él continuó viviendo con la abuela, y después de mil novecientos ochenta ambos vivimos con la abuela hasta que ella falleció.

 

Volviendo al tema de mi trabajo para el bufete Cerdas y Cerdas, don Jaime en una oportunidad se cayó una mañana en el baño, por lo que no llego a la oficina, me llamó doña Olinda y me contó la tragedia, lo hospitalizaron, creo que fue en mil novecientos setenta y cinco, por lo que su hijo Rodolfo me manifestó que tenía que buscar alguna persona que supiera bastante de abogacía.

 

-        Había un muchacho Manuel Leitón Valverde, muy inteligente y bastante conocedor en la materia, que trabajaba para don Felipe Gallegos Iglesias, en el mismo edificio.

 

-        Se comprometió que a ratos vendría a ayudarnos, y no pasó mucho tiempo, don Felipe estaba muy enfermo, falleció y entonces se vino a tiempo completo hasta mil novecientos ochenta y tres que pegó lotería, compró una finca en Guápiles y desde entonces radica en la zona atlántica, con toda su familia.

 

Don Jaime estuvo un año ausente, mientras tanto Manuel y yo, nos encargábamos de la oficina.

 

-        Don Jaime en ese ínterin me obligó para que hiciera los trámites de admisión en la Universidad de Costa Rica.

 

-        Manuel empezó a enseñarme el teje y maneje del notariado y abogacía.

 

-        Un sábado que fui a dejarle al jefe varios documentos para que estampara su rúbrica me habló con tono nostálgico

 

-        Me dijo: Marvin, ya estoy muy cansado, como no puedo caminar, soy un inútil, no sirvo para nada..., sí no camino en unos días, soy capaz de pegarme un tiro..., pero, no le cuente a nadie, esto es un secreto entre usted y yo.

 

-        Obviamente el día lunes lo primero que hice fue llegar a la oficina y contárselo a Manuel para no preocupar a su familia.

 

-        Buscamos a la enfermera que lo atendía en una casa de campo donde estaba don Jaime, en Ciruelas de Alajuela, y le preguntamos que cómo iba la rehabilitación del jefe.

 

-        Nos respondió; avanza positivamente, logrará en poco tiempo al menos dar sus primeros pasos.

 

-        Le explicamos lo que pasaba por la mente del jefe, y pidió que le compraran una andadera.

 

-        Efectivamente no pasaron tres semanas cuando llegué un viernes a verlo yme dice: Marvin, "aquí estoy dando mis primeros pasos, dentro de unos días vuelvo a la oficina, me hace mucha falta la oficina, los clientes, yo no puedo comer si no me gano el sustento trabajando".

 

-        Siempre se mantuvo al tanto de lo que se hacía en la oficina, vía telefónica, que debíamos hacer y qué no, en uno u otro caso de los tantos que tenia el bufete.

Volvió a la oficina y hasta su muerte usó andadera.

 

A Manuel lo he visto en varias oportunidades, cuando he ido a Guápiles.

 

Mi hermano Tony, trabajó en el bufete, se inició como mensajero en mil novecientos ochenta y dos.

 

-        Aprendió un poco de mecanografía y notariado.

 

-        Al irse Manuel de la oficina, quedamos solos con don Jaime, hasta mil novecientos noventa y tres, que por problemas personales dejó de trabajar para el Bufete.

 

Mi abuela Francia, también curiosamente se cayó en el baño una mañana.

 

-        A los seis meses después de estar hospitalizada, falleció, el diecinueve de marzo de mil novecientos ochenta y tres.

 

-        Me había propuesto antes de su muerte, construir una casa, ajustándola a las comodidades y necesidades de ella, mientras se encontraba hospitalizada, por lo que le dije a mi hermano que iniciáramos la construcción.  - Medio sabíamos algo de albañilería y carpintería, y aún así nos atrevimos a iniciar la obra, en una propiedad que nos heredó el tío Orlando.

 

-        como solamente trabajamos los fines de semana y feriados, tardamos en zanjear, en hacer la armadura, tirar cuerdas, formaletear, chorrear, pegar bloc, repellar, poner puertas, ventanas y baños y servicios sanitarios, dos años.

 

-        Por lo que la abuela no conoció la casa.

 

-        Al fallecer la abuela nos dividimos la casa, mi hermano se quedó en la planta baja y yo en la segunda planta.

 

-        Ahí viví huérfano de abuela más de dos años, ya que contraje matrimonio con Damaris Delgado Bustamante, el veintitrés de febrero de mil novecientos ochenta y cinco.

 

-        Mi hermano se casó el catorce de febrero del mismo año.

 

En mil novecientos noventa y cinco que falleció la tía abuela Tinitia, en su novenario su hija Lidieth Mayela Barboza Morales, comentó que su mamá murió con el antojo de ver a alguno de sus hijos o familiar como artesano mascarero, porque le gustaban mucho los disfraces.

 

-        Mis primos segundos, Juan Eduardo más conocido como Tito, Carlos Enrique y Olger, sus hijos, intentaron muchas veces fabricarlos, pero los intentos eran fallidos.

 

-        "¡... Hacían muñecos de cartón con caña de bambú...!".

 

-        Me di por aludido del comentario y le dije la prima y primos citados... como pasado mañana es el novenario y cae sábado, yo me comprometo el domingo venir y fabricar máscaras para que la tía abuela desde el cielo nos verá y va a sonreír y nos felicitará y se sentirá no sólo feliz sino orgullosa de nosotros.

 

-        Le encargué a "Tito" que me consiguiera barro de olla, papel maché..., compré la goma y el domingo como lo prometido es deuda, llegué a eso de las siete de la mañana, allí estaban "Tito", Enrique y Olger, las primas, Elieth Mayela, su hija Sujey, María Eugenia, sus hijas, la esposa de "Tito", su hija y no recuerdo cuantos güilas, parientes míos.

 

-        Venga por aquí "Cuíco" me dijo Juan, vea lo que le tengo, eran dos o más carretillos de barro del bueno.

 

-        Le eché un poco de agua, lo suavicé y les dije, manos a la obra.

 

-        Como a las once de la mañana ya habíamos moldeado varias figuras, yo tenía la Giganta, Enrique el Macho de Montaña, Olger creo que una Calavera.

 

-        "Tito" no pudo hacer nada, él sólo quería poner un poco de barro por aquí otro poco por allá, quítele un poco de nariz, póngale más boca, eso era lo que hacía, "Cuíco", no me parece que le ponga tanto cachete a esa giganta, me decía, y con un cuchillo le rebanaba un poco y así siguió hasta desistir, y tomar la sabia decisión de retocar las figuras que teníamos fabricadas.

 

-        Ya pulidas por sus manos, nos dedicamos todos a pegar papel sobre las figuras moldeadas en barro de olla, hasta las nueve o diez de la noche que decidimos descansar.

 

-        "Les pedí que no tocaran nada...", que yo volvería al día siguiente por la noche.

 

-        Regresé, nos encontramos en la casa de Tito, en el patio tenía todo el desastre..., volvimos a empapelar y el sábado siguiente ya bien secas las figuras por el sol, "Tito" se encargaba de que les pegara todo el sol que se pudiera y, en la noche las tapaba con bolsas plásticas por si llovía.

 

-        Ahora sí les dije... (***):  Ustedes van a descubrir el secreto..., cómo desprender el papel del barro.

 

-        Una tarea nada fácil..., pero cuando vieron las figuras de papel fuera del barro..., brincaban de la emoción..., toda la familia se reunió, y dijeron todos sorprendidos, ahora sí; al fin tenemos disfraces...!

 

-        Los pulimos, los pintamos y buscamos un amigo que nos hiciera unas armazones de varilla de hierro y así nacen los segundos disfraces del cantón..., ya que el primer mascarero fue don Pedro Arias Zúñiga, y se quiera o no, son los únicos y mejores disfraces que fabricó ese finado señor.

 

-        Siempre le dije a mis primos, no me gustan las imitaciones.

 

-        Los nuestros tienen que ser originales, no pueden parecerse, para que no los confundan ni en sus figuras ni en sus colores, con los de el finado don Pedro.

 

-        Con cinco disfraces salimos y recorrimos todo el cantón de Escazú, la gente salía de sus casas y se emocionaban, gritaban, corrían, los chiquillos se volvían locos...

 

-        Luego los llevamos a unas fiestas patronales de San Miguel de Desamparados.  Llegamos de paracaídas...!

 

-        Para las fiestas del Santo Patrono de nuestro cantón ("San Miguel"), anduvieron toda una semana por las calles, en distintos horarios.

 

-        Hasta Roxana de Guápiles fueron a parar, los llevé con Noé Armando Solís Marín, más conocido como "Tapas", a unas fiestas; él tenía conocidos por allá..., en una excursión un domingo...

 

-        Llegué a fabricar unos veinticinco figuras, como el diablo, la giganta, el gigante, la següa, la calavera, la bruja, entre muchos otros más.

 

Aprendimos a soldar, y a coser la ropa.

 

Cumplí mi promesa, y le dije a Enrique: ahora sí haga usted lo que quiera con esos muñecos.

 

Unos años después fabriqué los míos para prestarlos cuando se realizan turnos, ferias, para presentaciones escolares o colegiales, de bailes folklóricos.

 

Vuelvo a lo de mi matrimonio: Cuando me casé me llevé a Damaris a vivir a la casa que le había construido a la abuela, allí nació Marvin Jatniel en mil novecientos ochenta y nueve.

 

-        luego remodelé una casita que tenía mi suegra para donársela a la hija menor y nos trasladamos en mil novecientos noventa a propiedad de mi suegra Virginia Bustamante Madrigal, y allí vivimos unos dos años.

 

-        Construí mi casa con ayuda de mi suegro don Marino Delgado León y mi papá don Alfredo, "aleluya", ("¡... Resucitó...!").  Recuerdan la edad que yo tenía cuando se fue de la casa...!?

 

-        "Yo hice armadura, formaleta, mezcla, pegué bloc, repellé, puse los marcos de ventana, vidrios, y el piso de mosaico y cerámico", claro, como reitero, con la ayuda de mi suegro y mi padre, mi suegro una gran albañil y mi papá que tuvo muchos oficios, entre ellos, albañilería y carpintería.  Y aprendió el oficio, también y muy bien, de tener muchos hijos, conozco a Ricardo, me llevo muy bien con Osvaldo, Cinthia, Arlín Estefani y medio me llevo con Shirley... creo que tengo otra hermana de nombre Lorena a quien no conozco.

 

-        Mi suegro quien tomaba bastante licor al igual que mi padre, dejó el vicio a los ocho días de que contraje nupcias con su hija.

 

-        Y mi papá después de un largo internado en el "I.A.F.A." -Instituto Antialcohólico y Farmacodependencia-, cuando nació Marvin Jatniel, dejó por dicha gracias a Dios el licor.

 

-        En la casa donde vivimos de manera temporal, mientras ajustaba dinero para construir la nuestra, nació Francy María, en mil novecientos noventa y dos.

 

-        Y, cuando estrenamos la casa donde actualmente vivo, nació el benjamín, Andrés, en mil novecientos nóvenla y tres.

 

-        Hoy todos son estudiantes de secundaria.

 

-        Como han podido apreciar, fui agricultor, vendedor, conserje, mensajero, artesano mascarero, soldador, sastre, albañil, carpintero, enchapador de cerámica, entre otros.

 

Pero bien: aquí termino esta historia diciendo que gracias a don Jaime Cerdas Mora, que aunque en vida de él, no pude darle el honor, sí donde Dios lo tenga, soy abogado y notario público, hace muchos años, y espero en el Creador, seguir sirviendo como lo hizo el gran jefe, a las ciases sociales más marginadas de nuestro país, y darle gracias a mi Diosito porque aquí estoy agradecido por todo lo que me la dado en la vida,

 

Fin...