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La Cruz

 

Bien lo sabía....

Si sus palabras eran fuertes y autoritarias,

y los modales bruscos, se debía al diario contacto

con las brusquedades de su trabajo en el campo.

 

Ella lo sabía...

Si él groseramente le pedía alimentos, ropa

o sin miramientos la hacía madre cada nuevo año,

comprendía y se decía a si misma:

"me ama, es su manera, fuerte y duro,

como las lajas de la quebrada".

Y lo contemplaba, impotente, mirando

Insistente el limpio cielo,

sin nubes anunciantes de lluvias, tan ansiadas,

para fertilizar el multíparo vientre de la madre tierra.

 

Pero sabía que la amaba, la necesitaba,

para depositar en ella, ora sus éxitos, ora sus fracasos.

Así como es de cambiante la labranza y cultivo de la tierra.

Ella lo comprendía,

y eso le bastaba para envolverlo en aquella mirada,

que él disimuladamente comparaba,

con el almibarado y humeante jarro de aguadulce.

 

Ella no sabía nada de machismo.

 

Sabía, sí, de la Cruz, "dis que hay alzarla con amor".

Por eso...  Ella lo envolvía siempre

en la mirada dulce y tibia, que embellecía mejor,

que el parpadeo soñoliento,

del sol esparciendo polvo de oro en la montaña.

 

Autor: María de los Ángeles Ramírez Cisneros

Seudónimo: Mar

Lugar: Alvarado, Capellades.

 

 
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