Consultas Inmuebles declarados patrimonio

  • Provincia:
  • Cantón:
  • Distrito:

 

 

 

 

Recuerdos de una historia

 

Hace muchos años en este mi pueblo Pacayas, cualquier cosa que pasara toda la comunidad se daba cuenta, ya que era un pueblo muy pequeño y toda la gente se conocía.  Contaba mi madre que haya por los años cuarentas y cincuentas, sucedían cosas muy extrañas, entre esas nos contó la historia de un matrimonio muy humilde que vivía camino a Capellades por el trapiche de Don Agustín Ramírez; Don Francisco y Doña Cayetana, así se llamaban los viejitos y ellos tenían varios hijos, de los cuales uno es el protagonista de este relato, su nombre era Manuel porque ya murió.

 

El, contaba su madre, era un muchacho muy malcriado y grosero con sus papás, quienes fueron los que le contaron la historia a mi madre Carmen Martínez.

 

Dice el cuento que un día que los viejitos se encontraban enfermos le pidieron el favor a Manuel que fuera a la pulpería de Don Esteban Martínez, la única que había en Pacayas en aquellos tiempos a comprarles unos remedios, el muchacho no quería ir y se hizo el desentendido, al ser obligado se enojó mucho, tanto que renegó y hasta les gritó a sus padres pidiendo que mandaran a otro de sus hermanos a realizar el mandado, siendo el uno de los mayores, al ver tanta malacrianza su madre le dijo "si seguís de malcriado te van asustar", al oír esto el muchacho decidió ir hacer el mandado, pero como ya eran las seis de la tarde y en esos años oscurecía muy temprano cojió un cantinera para alumbrarse ya que tampoco había luz y el camino era un poco difícil.

 

Hizo el mandado y cuando regresaba allá por el puente del río Cari, se le apareció un perro negro que lo fue acompañando hasta su casa, abrió el portón y cuando se dio vuelta para cerrarlo el perro se transformó, se paró de manos y se fue contra el, el veía como le salía fuego por todas partes, por los ojos, el hocico, las orejas; al oír los gritos desesperados del muchacho salió su madre a la puerta para ver que sucedía y al darse cuenta de que a su hijo lo atacaba un perro envuelto en fuego, enferma como estaba se devolvió a buscar el rosario y se lo tiró encima al animal, porque ella se dio cuenta de que eso no era nada cristiano.

 

Cuando le tiró el rosario al perro este lo soltó y desapareció; el pobre muchacho quedó tendido en el suelo y Doña Cayetana gritó a su esposo para que le ayudara a recogerlo y llevarlo dentro de la casa, al ver que el muchacho había quedado muy rasguñado y lastimado decidieron llevarlo al día siguiente al doctor.  Después de tan escalofriante hecho al pobre Manuel le quedaron los nervios destrozados.

 

De la historia anterior deducimos mis padres, mis hermanos y yo que este animal era el tan mencionado cadejos y que nos sirva de experiencia para saber como comportarnos y usted coja para su saco que no le pase a usted también.

 

Por Marieta Montero Martínez

Pacayas - Alvarado - Cartago.